El presidente de la Cámara Argentina de Empresas Mineras (CAEM), Roberto Cacciola, explicó que "es una actividad en plena declinación por todas las políticas macroeconómicas de los últimos años que no generaron interés en campañas exploratorias importantes y con esto es que la mayoría de los proyectos están en declino de su ley de cabeza, es decir la cantidad de gramos de oro y plata por tonelada, y no existe a la vista remplazo".

La situación impacta en un sector que genera casi 100.000 empleos en lugares donde no llegan otras industrias productivas; la minería es el sexto complejo exportador nacional con la segunda balanza comercial positiva en la generación de divisas y motoriza una importante cadena de valor compuesta mayormente por pymes nacionales.

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En diálogo con el sitio especializado Mejor Energía, Cacciola consideró que hay que “gestionar la situación y estimular la exploración como etapa previa necesaria para poder renovar estos recursos que se están agotando”. En ese sentido, señaló que hay que salvar la gran diferencia que existe entre el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) y los proyectos ya existentes que no van a poder acceder al sistema porque su inversión ya la hicieron.

La estrategia para el sector es "apuntar a las minas existentes porque al no haber habido exploración fuerte en los últimos años no hay proyecto nuevo a la vista, y es necesario buscar un estímulo para que las que aún están en producción dupliquen sus planes de exploración y retomen la confianza perdida".

Hacia 2030, la Argentina podría quedarse sin producción de oro y plata sus metales más tradicionales que juntos representan casi el 80% de las exportaciones mineras del país.

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Es que en los últimos años, el sector minero vivió las consecuencias de la macroeconomía como todos los sectores exportadores y de capital intensivo, que recibieron un tipo de cambio que no reflejaba la realidad, tuvieron inconvenientes o directamente no pudieron importar insumos con el consecuente problema de producción, y los que pudieron pagar dividendos no lo tenían permitido por el cepo a las remesas, por lo cual el inversor externo no advirtió ningún atractivo para seguir invirtiendo.

Pero hoy el RIGI parece estar abriendo la posibilidad de revertir esa situación, y a la par de la expectativa de la demanda que genera la transición energética, comenzó a movilizar los proyectos de cobre de clase mundial que estaban identificados hace muchos años pero no encontraban las condiciones como para desembolsar inversiones que promedio puede oscilar entre los US$ 3.000 y US$ 5.000 millones.

Para Cacciola, el RIGI “va a impactar muy positivamente en los proyectos de cobre que en su gran mayoría son conocidos desde hace mucho tiempo, con una exploración fuerte en los últimos años y la incorporación de nuevos recursos”. Hay al menos seis proyectos bastante avanzados, cuatro en San juan, uno en Salta y otro en Catamarca que en conjunto conllevan una inversión estimada que supera los US$ 25.000 millones.

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También hay en carpeta otros proyectos en etapa preliminar, algunos de menor tamaño como en la provincia de Mendoza que ha tomado una decisión fuerte de impulsar la minería, y que en conjunto pueden transformar a la industria en el país, tan sólo tomando como referencia a lo que ocurre en Chile que exporta US$ 50.000 millones al año en minerales.

Estos proyectos de cobre, en etapa de construcción que puede demandar cuatro años de trabajo en algunos casos, pueden generar la ocupación de mano de obra directa de entre 3000 y 7000 personas según la magnitud de la mina, y una vez iniciada la etapa de operación pueden significar empleo permanente directo de 3.000 personas.

A todo ese movimiento se le debe sumar el efecto multiplicador que genera la minería con proveedores de bienes y servicios y que la historia marca que hasta el 80% de los insumos que utiliza la minería los contrata localmente, lo que a criterio de Cacciola es un dato que permite “desmitificar que el RIGI puede tener efectos adversos en el desarrollo de proveedores nacionales”.

Es en ese sentido, que la industria ya percibe el atractivo que genera la minería de cobre en las provincias del centro del país –en particular Córdoba y Santa Fe- para ser actores principales para proveer a la industria desde la metalmecánica, la agroindustria, la química y una variedad de posibilidades de incorporarse al sector minero.

(El presente es un extracto de una entrevista publicada en el portal especializado  Mejor Energía)