Entre los expertos en energía sorprendió la incapacidad para aislar el apagón en una sola área, lo que obligó a reenergizar el sistema partiendo de cero, pero creen que la restitución del servicio fue rápida dadas las circunstancias
Todo en el sistema eléctrico queda registrado. “Así que, con toda seguridad, podremos saber dónde y qué ocasionó el apagón”, subraya Luis Atienza, expresidente de Red Eléctrica. Al igual que la media decena de especialistas consultados, Atienza muestra su sorpresa porque no saltaran los automatismos que habrían permitido encapsular el apagón, circunscribiéndolo a una zona concreta y evitando que ocurriera lo que ocurrió: una afectación casi total en la península Ibérica. Pasarán días, dice, hasta que se conozcan ambos porqués.

“La caída de una fotovoltaica, por grande que sea, no parece que pueda ser la causa del hundimiento del sistema eléctrico en su conjunto”, sostiene Pedro Fresco, director general de la Asociación Valenciana del Sector de la Energía y exdirector general de Transición Ecológica de esa comunidad. “Tampoco es cierto que no hubiera fuentes síncronas suficientes en ese momento: había nuclear, mucha hidráulica, algo de termosolar y de ciclos combinados, y hasta cogeneración, carbón y residuos renovables… Había, de hecho, más potencia síncrona que en otros momentos”.
El gran apagón no ha sido como algunos temieron. En el 2022 de la crisis energética, los profetas del apocalipsis hicieron sonar sus trompetas durante meses, proyectando una caída de suministro que nunca se produjo. La generación, venían a decir, no alcanzaría, y los consumidores no podrían encender la luz, poner la lavadora o cargar su móvil. La realidad ha sido otra: a mediodía del lunes ni la demanda era particularmente alta, ni la oferta estaba bajo mínimos (al contrario, la solar operaba casi a pleno rendimiento, cubriendo casi el 60% del consumo, la suma de agua y viento aportaba otro 20% y había cuatro reactores nucleares funcionando). Apenas era necesario echar mano de unos ciclos combinados de gas cuya rentabilidad lleva tiempo en entredicho, pero que siguen siendo esenciales en picos de consumo y cuando no hay sol y viento.
Las bondades de las renovables, que hacen del mercado mayorista español uno de los más baratos y limpios de Europa, permanecen. No parece probable, pese al impacto del apagón sobre negocios y particulares, corto pero brutal, que vaya a abrirse un debate sobre un cambio de modelo, máxime cuando la competitividad que ganan las empresas gracias a él es una de las patas que explican el mejor comportamiento del PIB español respecto a sus socios europeos. Sin embargo, algunas voces, como las de los consultores Barrero y Revuelta, piden ajustes. “La penetración de eólica y, sobre todo, solar, cuando es masiva, genera desafíos en la gestión del sistema eléctrico. Hace falta potencia de respaldo, síncrona, no solo en momentos de alta demanda, sino también cuando sobra electricidad”, sostiene el primero. “Habrá que revisar los criterios de operación para ser aún más precavidos: merece la pena un análisis en profundidad sobre cómo se han comportado los generadores de solar y eólica, a los que probablemente tengan que exigirles más prestaciones técnicas. Quizá obligándoles o incentivándoles a incorporar baterías para paliar bajones de frecuencia en milisegundos”, aclara el segundo, que trabajó varios años en REE.

Que la Península sea en la práctica una isla energética, no ha ayudado. Las interconexiones con el resto del continente siguen siendo mucho menores de lo que exige la Comisión Europea. No porque no quiera España, sino porque Francia lleva años resistiéndose a ampliarlas. Una actitud que algunos especialistas atribuyen a un intento de proteger su poderoso parque nuclear de la competencia que le haría la solar española, mucho más barata. Tirar más cables con el país vecino ―ya hay uno en obras, en el golfo de Vizcaya, pero aun así no será suficiente para llegar al objetivo de la Comisión Europea― puede ser, también, parte de la solución. El informe de Bruselas sobre lo ocurrido puede añadir presión a Francia en ese flanco para que ponga fin a sus reticencias.
El corte ha dado alas a un debate que, como tantos otros, hace tiempo dio el salto de lo técnico al de la guerra cultural: el del futuro de las cinco centrales nucleares que siguen operando en España con un calendario que contempla su cierre en 2035. “En este caso, no es tanto un debate de tipo ‘nuclear sí o no’, sino en torno a si la generación síncrona, que también aportan otras tecnologías como los ciclos combinados o la hidroeléctrica, contribuye a mitigar posibles apagones”, cierra Revuelta. “No sé si tiene mucho sentido que el presidente del Gobierno se haya pronunciado tan rotundamente tan pronto”, apunta en referencia a las recientes críticas de Sánchez a quienes vinculan el incidente a la falta de nucleares. Los primeros análisis del Gobierno apuntan a que la presencia nuclear en el mix no hizo el sistema más resiliente, e incluso retrasó la normalización al hacer necesario enviar energía para mantenerlas.
Respuesta ágil
La lectura más positiva de la pesadilla es que el suministro volvió relativamente pronto. La tarde del lunes fue eterna, sí, pero por la noche la mayor parte de España y Portugal ya tenía luz. Unas horas que, para un incidente de estas características, son poco tiempo. “La reposición del servicio en este apagón ha sido impecable”, sostiene Atienza. “Merece la pena comparar con los apagones de Italia o del noreste de EE UU, ambos en 2003”. Se tardaron días en restituir el servicio. En el apagón de Texas en febrero de 2021 fueron más de dos semanas.¿Puede volver a suceder un apagón de estas características? “El riesgo cero no existe ni existirá, pero la probabilidad de que suceda es hoy menor que el lunes porque todos irán con pies de plomo”, atisba Barrero. Como en los accidentes aéreos, la aparición de la caja negra debería ayudar a aprender de lo sucedido ―no solo en España, sino también en el resto del mundo― y tratar, así, de que no se repita. “Es un suceso extremadamente improbable. No creo que volvamos a ver uno así en nuestra vida”, zanja Fresco.