Consejos de Julio Velarde (Banco Central del Perú): Cómo ajustar, bajar la inflación y crecer

Negocios y RSE05 de diciembre de 2022 Clarín / CLUBminero
julio velarde
Vitalicio Velarde: Cifras peruanas a prueba de crisis


- Llega de Lima a Buenos Aires a dar una conferencia en el Banco Central de un país que tiene una inflación anual cercana al 100%. En Perú hace 25 años que tienen inflación anual de un dígito. ¿Qué le hace pensar que la Argentina no haya podido dominar la inflación?.
- Los argentinos saben lo que debe hacerse. Está sobre explicado. Lo esencial es cortar los factores que hacen que el déficit sea importante. Y que sea financiado por el mercado, no por el Banco Central. Es complejo obtener fuentes de financiamiento. Pero si no hay fuente de financiamiento el ajuste necesariamente termina siendo más fuerte precisamente porque no hay crédito.

- Es decir que sin financiamiento, no hay espacio para el gradualismo
- Exacto. Pero en cuestión de meses, que serán duros, se verán los resultados.

- ¿Meses?
- Sí. Meses, no años.

- ¿Fue muy duro bajar la inflación del 7.500% hasta llegar a un dígito anual?.


Julio Velarde, al frente del Banco Central de Perú desde 2006. Foto German Garcia Adrasti

- Si bien el proceso fue más corto que en Chile, Bolivia o Israel, no es poco tiempo siete años para llegar a una inflación de un dígito.

- ¿Cuál fue la clave, en el caso de Perú?
- Además de todo lo que ya hemos hablado, fue muy importante la decisión de respetar un tipo de cambio flotante, un camino distinto al de la Argentina de aquellos años. Acá mi amigo Domingo Cavallo fue por el 1 a 1, e incluso el FMI apoyaba los tipo de cambio fijos.

- ¿Por qué considera que acertaron con el tipo de cambio flotante?
- Nos ayudó muchísimo. Y lo hicimos porque si nos atábamos a un tipo de cambio tal vez no habría confianza en lograr la disciplina fiscal necesaria. También tuvimos suerte, no se lo voy a negar. En los años ‘90 se moderó la inflación en todo el mundo. Casi todos los países llegamos a un dígito de inflación al mismo tiempo. No sé si lo habríamos logrado en los años ´80. O habríamos tardado más tiempo.


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- ¿Cómo toleró la sociedad el ajuste para bajar la inflación?
- La subida de precios había sido drástica pero la economía se recuperó rápidamente. El principal efecto, aunque voy a parecer monetarista, es que los saldos reales de la gente se contraen salvajemente cuando en un solo mes los precios suben 400%. La gente se vio obligada a vender sus dólares, porque todos los peruanos tenían algunos dólares guardados. Y así el Banco Central comenzó a tener reservas positivas por primera vez en mucho tiempo. El tipo de cambio flotante ayudó, porque sirvió como referencia para fijar precios. Y en un mes el dólar bajó de 500 a 300 soles.

- En Argentina se debate si encarar el ajuste de forma gradual o de shock, por los costos sociales. ¿Usted qué opina?
- Hay que entender que la inflación y la hiperinflación empobrecen. Perú tuvo caídas del PBI del 12% en 1990. Es cierto que hubo uno o dos meses de ajuste fuerte y eso obviamente tuvo un costo. Pero en un período de un año se ve que los costos son menores que no hacer el ajuste. Si se hace bien, obviamente.

"En un período de un año se ve que los costos son menores que no hacer el ajuste"

- Acá hay quienes insisten con la dolarización. ¿Le parece una salida adecuada?
- La dolarización no hace desaparecer el déficit. Con o sin dolarización el ajuste hay que hacerlo, sea en pesos o en dólares. Si no se controla el déficit la dolarización tampoco sirve. Si no se arregla el problema de raíz poco importa dar medidas cosméticas. Pero hay un problema adicional. No es solo solucionar el déficit, sino contener a los grupos de poder que presionan al Estado para obtener beneficios

- ¿Cómo sería eso?
- Hay que tener algún mecanismo que permita proteger al Gobierno de esas demandas corporativas. Hay que ayudar al Gobierno a que mantenga el equilibrio macroeconómico. Desde ya que es más fácil decirlo que hacerlo.

La independencia del Banco Central
- ¿Para usted fue decisiva también la independencia del Banco Central?
- Sí, definitivamente. Y está escrito en la Constitución. Antes de la reforma constitucional decía que era autónomo dentro de la ley. Luego la reforma dice que es autónomo dentro de su ley. Estamos blindados.

- Además de la inflación, tenemos represión cambiaria y financiera. ¿Cómo se sale de los múltiples cepos?
- En otros países, usualmente cuando se liberalizan los tipos de cambio el tipo de cambio único termina en el medio de los extremos. En los años ‘80 en Perú teníamos 30 tipos de cambio. Se unificó, y por supuesto hubo costos al principios. Sin subsidio o precio sostén al trigo, crecen las pizzerías, Si lo corrijo, estas sufren. Pero la unificación tiene que hacerse en algún momento. Y desde ya, no hay controles a la entrada y salida de capitales.


Para Julio Velarde fue crucial sostener la independencia del Banco Central de Perú para poder bajar la inflación en ese país. Foto German Garcia Adrasti

- Perú, al contrario de la Argentina, es una economía muy abierta. Eso debe haberlos ayudado, imagino
- Somos una economía completamente abierta. Se fijaron los aranceles en alrededor del 3% y son básicamente uniformes. Eso ha sido muy importante

En los años ‘80 en Perú teníamos 30 tipos de cambio

-¿Aún hay sectores que reclaman mayor protección?
- Siempre. Y se envalentonaron cuando llegó un presidente como Castillo que, entendían, podía escuchar sus demandas. Siempre hay justificaciones para ese pedido de mayor protección. Ya sea que promete a cambio de más protección más empleo, o se queja de la competencia china… Pero repito, no hay que acceder a los reclamos sectoriales. Mismas reglas para todo el mundo

- Usted conduce el Banco Central de Perú desde septiembre de 2006. Desde entonces han pasado siete presidentes de la Nación y varios fueron desplazados en medio de severas crisis políticas. - ¿Cómo se sostuvo en el cargo y sobre todo, cómo hizo para que la inestabilidad política no contagiara a la economía peruana?
- Muchas veces se pudo pensar que la convulsión política podría derivar en un cambio en las reglas del juego fundamentales del régimen económico. Había agitación del mercado, de los bonos, pero el temblor duraba uno o dos días y se corregía. Pasadas esas turbulencias, la gente del mercado, los inversionistas, decían: bueno no ha cambiado nada. Se fue un Presidente y llegó otro pero las reglas siguen siendo las mismas.


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- Pero con Pedro Castillo, el actual Presidente, qué pasó, siendo que sus orígenes políticos están bien a la izquierda.
- Con la asunción de Castillo pasó algo parecido a los anteriores, pero más intenso. Hubo una gran fuga de capitales equivalente al 8% del PBI y la presión devaluatoria fue muy fuerte. La gente se asustó por sus ahorros. Los peruanos temían que sucediera algo similar a lo que pasó en Argentina el lunes siguiente a las PASO de 2019. Con el paso de los meses el escenario catastrófico se ha disipado.

"La gente se asustó por sus ahorros. Los peruanos temían que sucediera algo similar a lo que pasó en Argentina el lunes siguiente a las PASO de 2019."

- ¿Cómo atravesaron la tormenta del Covid?
- No fue fácil. Por la disparada del gasto el déficit fiscal subió al 8,9% del PBI

- Y cómo lo financiaron?
- Con deuda que emitió el Tesoro, en soles peruanos y en dólares.

¿ El Banco Central no le prestó nada al Tesoro?
- No me pasa por la cabeza y además no puede prestarle. El Gobierno se financió con el mercado, como debe ser. Además, en la Constitución del Perú hay un artículo que prohíbe expresamente al Banco Central financiar al Gobierno. Le repito, lo dice la Constitución Nacional.

- Pero más allá de eso, ¿La estabilidad económica del Perú cómo se logró mientras atravesaban tantas tormentas políticas, con presidentes destituidos al poco tiempo de asumir?
- La sociedad peruana ha logrado un consenso básico luego de haber sufrido una hiperinflación del 7.500 por ciento en 1990. Ese consenso es que la hiper no se puede repetir y la inflación alta tampoco.

El acuerdo de las élites de no volver a la inflación
- ¿Cómo se construyó ese acuerdo?
- La Constitución fue reformada en el año 1993, es decir después de la híper y del ajuste que la sucedió. Dado que los partidos políticos son muy débiles, es difícil hablar de un acuerdo entre partidos. Pero sí a lo mejor podría decirse que hubo un acuerdo de las élites políticas y económicas del Perú para sostener políticas y reglas de juego que dieran estabilidad a la economía.

-Es interesante el concepto de acuerdo de las élites, más allá del contenido de la Constitución.
- Yo diría mejor un acuerdo de las élites y de la sociedad en su conjunto. Nadie quería volver a pagar los costos de una inflación alta. Fíjese que el ingreso per capita casi ni se movió entre 1967 y 2003. Los hogares tuvieron un crecimiento nulo de sus ingresos durante 36 años…

- No debe ser fácil cortar de cuajo tantos años de desorden macroeconómico.
- No fue fácil. Porque cuando uno quiere cortar el déficit tiene que enfrentarse a grupos de poder que presionan para llevar recursos a su favor. En los años ‘80 el desorden era tal que todo el mundo tenía las manos metidas en el bolsillo del otro, y como no alcanzan los recursos un trimestre se favorece a uno, luego a otro… y así. De aquellos años rescato como algo positivo el mensaje del por entonces candidato presidencial Mario Vargas Llosa (perdió las presidenciales de 1990 contra Alberto Fujimori) , porque consiguió al menos temporalmente que gran parte de la clase empresarial mercantilista dejara de pedir favores. porque se dio cuenta que a la larga perjudica a todos.

- ¿Cual fue el aporte puntual de Vargas Llosa, a su juicio?
- Que sorprendentemente se consiguió cierto consenso en que no se podía seguir adelante con pedir ventajas sectoriales, que iban desde un IVA diferenciado, a aranceles diferenciados… eso ayudó mucho. Ahora no hay tantos lobbys que piden privilegios o tratamientos excepcionales. Se entendió que eso a la larga genera déficit. Y lo importante es bajar el déficit, porque en definitiva, lo que hay que entender es que el Estado no está para darles recursos a todos.

- ¿En Perú respetan usos y costumbres y hoy se considera que tienen una economía bimonetaria. ¿Cómo conviven el sol y el dólar?
- La verdad que bien. Todos los peruanos nos hemos acostumbrado y como Banco Central hemos desarrollado instrumentos para mitigar los efectos del bimonetarismo, incentivamos a la gente a ahorrar en soles pero la gente en definitiva ahorra en la moneda que se sienta más cómoda

¿El Tesoro en qué moneda se endeuda?
La mayor parte de la deuda pública es en soles. Durante el Covid debieron tomar un poco más de deuda en dólares porque el mercado local se cerró, pero ahora no hay problemas y de hecho emitió un bono en soles con vencimiento en 2037.

- Hay países que le ponen un techo al déficit por ley. ¿Sirve?
- Siempre pueden votarse reglas fiscales. Pero tarde o temprano son vulneradas por otra ley o alguna excepción. Ocurre en todo el mundo. A la larga lo que funciona es que haya cierto consenso o convencimiento de que hay que bajar el déficit. Y, paradójicamente, ese consenso debería ser más fácil de lograr en un país como la Argentina, que viene de muchos años de inflación. Es evidente que las consecuencias de no lograr ese consenso es más inflación y nulo crecimiento. Y lo que importa es lograr las condiciones para lograr un crecimiento sostenible durante varios años.

- Desaconsejada a su modo de ver la dolarización, ¿qué opina de aplicar aquí una economía bimonetaria, esbozada por Domingo Cavallo?
- Una economía grande como la Argentina no puede atarse a los ciclos económicos de Estados Unidos. Veamos que, en los hechos, Uruguay es bimonetaria. Paraguay también. Y lo llevan bien. Se puede hacer. porque en definitiva yo creo que los ciudadanos tienen derecho a ahorrar en la moneda que quieran. Las prohibiciones a ahorrar en dólares no funcionan.

- ¿Cómo enumerar las 4 o 5 consecuencias de no bajar la inflación?
- Es fundamental en la toma de decisiones de inversiones. La inflación es una niebla que oculta precios relativos. Con alta inflación se escucha más al gerente financiero que al operativo, al que se ocupa de mejorar la productividad y buscar nuevos mercados. Y la inflación en definitiva es recesiva, porque nunca pueden ajustarse los ingresos a la inflación.

- ¿La inflación es un fenómeno monetario o multicausal?
- El problema es cómo se mide si es monetario. A la larga si no hay dinero no puede sostenerse la inflación, pero la causa es difícil de determinar. Milton Friedman se impuso sobre los banqueros centrales en las décadas de los años ‘70 y ‘80 y muchos le hicieron caso. Pero una vez un ex banquero central de Canadá dijo: “no es que nosotros hayamos abandonado las metas monetarias, ellas nos abandonaron a nosotros”. La verdad es que la demanda de dinero es difícil de prever y por eso hoy ya casi ni veo los agregados monetarios. Nos manejamos con la tasa de interés. Fíjese el enorme crecimiento de la liquidez en los Estados Unidos desde la crisis de 2008 y casi no se notó.

Pero en Argentina la tasa no sirve porque el mercado porque el mercado financiero es muy chico Claro. Además, cuando hay inflación alta no puede funcionar.

Hay quienes dicen que es el Presidente real de Perú
Julio Velarde (70 años) fue designado al frente del Banco Central de Reserva del Perú por el ex presidente peruano Alan García en septiembre de 2006. Desde entonces ocupa ese sillón y tiene mandato para quedarse allí hasta 2026. Llegó a la conducción del organismo monetario del Perú durante el segundo mandato de García, es decir cuando el ex presidente, había abrazado ideas económicas bien opuestas a las que adhería en su primer mandato (1985-1990).

Desde que asumió, Velarde ha convivido, además de García, con los ex presidentes Ollanta Humala; Pedro Pablo Kuczynski (destituido); Martín Vizcarra (destituido); Manuel Merino (renunció a la semana de asumir); Francisco Sagasti (completó el mandato presidencial de Kuczynski) y Pedro Castillo.

Velarde surge en Perú como un catalizador de consensos, un verdadero ancla que garantiza que las variables económicas no se disparen mientras la política se pelea en un escenario de marcada polarización.

Velarde le cuenta a Clarín que hasta ahora no tuvo un solo encuentro oficial con Castillo, para subrayar la independencia del Banco Central. Ni bien ganó las elecciones, el primer anuncio de Castillo se refirió a garantizar la continuidad de Velarde.

Con tantas crisis políticas, la figura de Velarde como conductor de la política monetaria del Perú se agigantó. Fue galardonado en varias ocasiones como el mejor banquero central de la región.

Es cierto que Velarde llega al Banco Central del Perú con la economía de ese país estabilizada. Perú pasó de la híper en 1989/1991 a una etapa de estabilidad macroeconómica, baja inflación -menos de un dígito desde 1997- y crecimiento económico sostenido, con desniveles. Sufrió como todos el golpe de la Pandemia, que interrumpió una mejora constante de los indicadores sociales. Estabilidad macroeconómica, déficit fiscal controlado y apertura económica son las columnas vertebrales del crecimiento de Perú.

Según un estudio del economista argentino Leopoldo Tornarolli, Perú había logrado bajar el índice de pobreza desde el 42,4% de 2007 al 20,7% en 2017. Por la pandemia saltó al 30,5% en 2020 pero cerró 2021 en 25,9%. Vale recordar, en este punto, que Argentina y Venezuela son los dos únicos países de América de Sur que no habían logrado en 2019 -antes de la pandemia- mejorar sus indicadores de pobreza en comparación con los registros del año 2000.

Los ingresos de los hogares también mejoraron en forma consistente. En moneda constante, estaban en 951 soles en 2010 y llegaron a 1105 soles en 2019, antes de la pandemia.

El PBI estaba en 15.000 millones de dólares a la salida de la híper de 1990 y hoy está cerca de los 220.000 millones de dólares.

En diálogo con Clarín, Velarde dice que habla con varios economistas argentinos, pero mencionó a Domingo Cavallo y Federico Sturzenegger.

Clarín los contactó para obtener una opinión sobre Velarde.

Cavallo dijo esto: “La importancia de Julio Velarde para Perú surge nítidamente de observar cómo pudo mantener baja la inflación mientras existía una inestabilidad política extrema. Yo hace mucho tiempo que vengo sosteniendo que Julio es el presidente de Banco Central que mejor ha manejado la política monetaria en una economía bimonetaria. Siempre recomendé a los presidentes del Banco Central de Argentina que aprendieran de él."

Sturzenegger comentó: "Julio Velarde en Perú es una institución. Muchos lo llaman el verdadero presidente del Perú. El que mantiene la fibra de la sociedad cohesionada y al sistema económico estable a pesar de los vaivenes políticos y económicos. Nunca habla de más. Nunca de menos. Mantiene tanta calma, que por sí sola calma. Y cuando uno habla con él usa el método socrático. Razona a partir de preguntas que hace al interlocutor y que se hace a sí mismo como buscando un nivel de profundidad que escapa al resto. Para Latinoamérica es la representación más clara de la institucionalidad de la Banca Central y de los beneficios de tener un banco central independiente”


Qué pasa en Perú, donde los presidentes van presos por corrupción pero la economía avanza
Tienen uno de los peores sistemas políticos y su economía, blindada, no para de crecer. Aquí, a punto de salir el fallo por corrupción en Vialidad, Cristina Kirchner escala el conflicto con la Corte.


RICARDO ROA*

Las cosas seguirán andando como la mona, pero Alberto Fernández, con el presupuesto cerrado, pidió un crédito para comprarse un avión por 22 millones. Espera que Massa le cumpla y le dé los dólares que les niega a quienes los necesitan mucho más. Muy nuestro: si hay miseria, que no se note.

Pero se nota, no como en Perú, país en el que, a más inestabilidad política, que no le falta y le sobra, más estabilidad económica. Y que, como ya es un clásico en la región, tiene una inflación anual que es como una nuestra, pero mensual. Tal vez contribuya a desasnarnos de algo que no ignoramos para nada, pero sobre lo que hacemos, gobierno tras gobierno, una ya insoportable vista gorda: la corrupción y los corruptos. En enero el dólar cotizaba en Perú a unos 3,8 soles. Sigue ahí.

¿Cómo puede ser si el sistema político ha sido arruinado y el presidente Castillo en 16 meses sobrevivió a dos intentos de juicio político, tuvo cuatro jefes de gabinete y juramentó a unos 90 ministros? Castillo ganó con el 18 % y fue puesto, como nuestro Fernández, por un líder de izquierda que está procesado. Su cuñada fue detenida por corrupción y el mismo Castillo ahora está acusado por la fiscal general de encabezar una organización delictiva para manipular licitaciones.

Todo eso puede ser porque la Justicia funciona y porque desde 2006 han pasado siete jefes de Estado pero un solo jefe del Banco Central, Julio Velarde Flores, que va por su cuarto período consecutivo. Perú sufrió la guerrilla de Sendero Luminoso, la más sanguinaria de la región y la política defolteó, entre otras cosas, por Odebrecht, el gigante brasileño que repartió coimas por toda América Latina.

Hay acumulado un lote de ex presidentes presos o casi presos de todos los colores políticos. Uno es Toledo, que fue el primer presidente indígena, y al que la Justicia intenta extraditar desde los Estados Unidos. Más famoso es Fujimori, condenado por corrupción y crímenes de lesa humanidad. Fue indultado por el ex presidente Kuczynski, pero la Corte Internacional de Derechos Humanos se opuso y tuvo que regresar a la cárcel. Poco después, el propio Kuczynski cayó en prisión domiciliaria. Estuvo tres años. ¿De qué lo acusan?: lavado, compra de votos en el Congreso y corrupción con Odebrecht. Dentro de poco será juzgado.

El largo brazo corruptor de Odebrecht alcanzó también a otro ex presidente, Ollanta Humala, un militar izquierdista que se vestía y hablaba como Chávez y pasó nueve meses preso junto a su mujer. En febrero empezaron a juzgarlo por lavado y corrupción. Los presidentes son procesados y condenados como cualquier hijo de vecino.


Rodolfo Tailhade, ex concejal de Malvinas Argentinas y ex servicio de inteligencia especializado en escraches. Ahora actúa de vocero del oficialismo en Diputados.

Con Odebrecht murieron en Perú los populismos. Muchos acá lo habrán olvidado o no lo vivieron. Pero en épocas de Alfonsín, parte del activismo estudiantil y la CGT de Ubaldini tenían un eslogan: “Ay patria mía, dame un presidente como Alan García”. García hizo dos presidencias. El eslogan refiere a los buenos tiempos de la primera, cuando movilizaba grandes simpatías y no al fin de fiesta con la que la terminó, la híper de 1990: 7.700 por ciento. Es un caso paradigmático: izquierdista al comienzo, neoliberal al final. Mantuvo una cosa: la corrupción. Otra vez Odebrecht: investigado por sobornos, García se pegó un tiro para no ir preso.

Pero la economía corre como si nada de esto pasara a su alrededor. La paradoja está a la vista: lleva 20 años con una inflación menor al 6% anual y el dólar está casi al mismo precio. Y de los últimos 16, sólo dos años fueron recesivos. Es un país que gestiona orden y desorden exitosamente. Velarde Flores nos dice mucho de esto en el reportaje de Gustavo Bazzán. ¿Qué dice? Que las líneas principales, tan divergentes de las nuestras, incluyen un acuerdo implícito: cambian los políticos, no las leyes de la economía. Resolvieron no inventar el agua tibia.

La baja inflación es un derivado de una decisión que nosotros no conocemos: el Banco Central tiene prohibido financiar al Tesoro, y por lo tanto, emitir. Más aún: no puede haber control de capitales. Y esto, por mandato constitucional. Aquí, sobre la inflación se declama mucho, pero se la usa para achicar el déficit. Y si no, que lo digan los jubilados. Allá hay acuerdo: es pobreza. Acá, discurso.

Para ponerle los pelos de punta a Massa y a cualquier ministro de Economía autóctono: en Perú no pueden tener tipos de cambio ni aranceles preferenciales. Es decir, resolvieron alejar la tentación de los privilegios. Algo que bien vale un Perú. Y como gente del común y élites tienen en claro que inflación es pobreza y que la corrupción termina en inflación, la persiguen a como dé lugar: presidentes y funcionarios cambian. Precios y dólar no, o al menos, menos. Mucho menos. ¿Un modelo? El país crece y la pobreza baja, pero el crecimiento derrama poco.

Massa rasca aquí el fondo de la lata en busca de fondos y ahora hasta pasa la gorra por las provincias. La oposición siempre da una mano: otra vez se la ofreció el jujeño Morales, buen amigo del ministro. La oposición muestra en el PRO obsesivo ímpetu por las precandidaturas y en el radicalismo una fluctuante conducta con el kirchnerismo y sus variantes. No hay cómo disimularlo porque está cada día más a la vista.

La vice Cristina escala el conflicto con la Corte para adueñarse de la Magistratura, como ha hecho con tantos otros resortes del Estado. Le ordenó a la jefa de Diputados, Moreau, patear el tablero y alinearse con el Senado, justo el día en que se resolvía si la reelegían. No lo consiguió. Lo que consiguió fue unir a la oposición, que venía a los cascotazos entre los que querían entrar para dar quórum y los que proponían irse. Todos se fueron.

Y el Congreso, cerrado. Y para que no haya dudas de lo que busca no es justamente negociar con la oposición ni dentro del propio peronismo, Cristina puso como vocero del bloque al dipuespía Tailhade, de La Cámpora y un provocador profesional, que para acercar posiciones con la oposición se le ocurrió decir una salvajada: el PRO sodomiza al radicalismo. La Selección nos dio otro alegrón y un respiro. Pero no hay Mundial que logre ocultar todo esto. La película de corrupción y dólar, pobreza e inflación para arriba sigue este martes con el fallo de Vialidad. Puede cambiar mucho, poquito o nada.

*Editor de Clarín

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