Minería ilegal alteró ríos de Amazonía. Perú e informe global
La minería aluvial informal e ilegal alteró la composición y curso natural de los ríos de la Amazonía. Una nueva investigación monitoreó, durante 37 años, los cambios en la composición de 173 ríos del mundo a causa de la minería. Graves daños a ecosistemas en el Perú
Siete de esos ríos se encuentran en la región amazónica de Madre de Dios, en Perú. Se trata de los afluentes Malinowski, Colorado, Araza, Inambari, Las Piedras, Madre de Dios y Chaspa, los cuales aumentaron sus niveles de sedimentos suspendidos entre 31% y 1.014%, desde 2010 a 2021. Las partículas analizadas —entre las cuales pueden estar metales pesados, como el mercurio— tienen la capacidad de diseminarse entre 16 y 162 kilómetros del recorrido del río, y ocasionar daños al ambiente y la salud.
En menos de 17 años, la intensa actividad minera desarrollada en el río Malinowski —en la provincia de Tambopata, región amazónica de Madre de Dios— ha cambiado su morfología y contaminado sus aguas. Herramientas de teledetección, como los satélites Landsat, muestran imágenes de coloración amarillenta y cortes en el curso natural de este afluente, provocados por la extracción ilegal de oro.
Así lo evidencia el estudio un aumento global de la minería aluvial incrementa la carga de sedimentos en los ríos tropicales, recientemente publicado en la revista Nature. El mismo monitoreó la concentración de sedimentos suspendidos de este curso de agua utilizando algoritmos y teledetección.
A partir de esos datos, los investigadores estimaron que la minería ilegal en el río Malinowski empezó en 2006. Un año antes, el promedio de concentración de sedimentos suspendidos —partículas inorgánicas muy finas que solo se asientan cuando la velocidad de la corriente disminuye— era de 487,31 miligramos por litro (mg/L). Sin embargo, para 2021, el promedio anual subió a 638,39 mg/L. Es decir, hubo un incremento del 31%.
El promedio anual de sedimentos del río Malinowski aumentó 31%
Aunque los sedimentos suspendidos —constituidos por partículas de elementos diferentes, como arena o metales— se encuentran de forma natural en los cauces, pueden incrementarse debido a actividades como la minería o la deforestación.
Waldo Lavado Casimiro, especialista en hidrología del Senamhi, explicó que medir la variación de concentración de sedimentos en los ríos permite determinar cuál es el impacto de la actividad humana en un ecosistema. En este sentido, este estudio evidencia el efecto que la minería está teniendo en la cuenca.
El método empleado por los investigadores facilita el acceso a información periódica, a lo largo de varios años y en zonas remotas. Esto permitió utilizarlo para analizar los niveles de sedimentos suspendidos en otros 172 ríos del mundo con un ancho mayor a los 50 metros, entre 1984 y 2021. Este medio revisó los datos empleados para el análisis e identificó las variaciones en ríos del país.
El Malinowski es uno de los siete contemplados en Perú que han evidenciado este tipo de cambios en su composición a causa de la minería aluvial. Todos ellos se encuentran en la región amazónica de Madre de Dios.
Uno de ellos es el Río Colorado, un curso con una importante zona minera, conocida como Delta, ubicado en la provincia del Manu. El registro de los satélites Landsat muestra que la actividad se desarrolló entre 1980 y 1990. Luego, en la década del 2000, alcanzó un estado permanente de expansión.
En este caso, los investigadores destacan que, en 1984, el promedio de concentración de sedimentos suspendidos era de 154,15 mg/L. Sin embargo, en 2021, se incrementó a 1.718,27 mg/L. En otras palabras, hubo una variación del 1.014% en casi cuatro décadas.
Los otros ríos peruanos considerados en la investigación realizada por el Centro de Innovación Científica Amazónica (Cincia), Dartmouth College y Wake Forest University no tienen un historial tan largo de explotación minera. Sin embargo, en todos ellos la evidencia demuestra que la concentración anual promedio de sedimentos suspendidos se incrementó por la actividad minera.
En 2008, por ejemplo, el río Araza, ubicado en la provincia del Manu, tuvo una medición de 49,69 mg/L y, en 2021, se elevó a 248,68 mg/L, lo que representa un 400% de incremento. La actividad en este afluente aumentó de manera vertiginosa desde la década de 2010.
Los sedimentos suspendidos en el río Colorado aumentaron un 1.041%.
Según los datos analizados por los investigadores, en el río Inambari —aguas arriba del Delta— la minería aluvial comenzó a partir del 2000. Ese mismo año, la actividad empezó a lo largo del cauce principal y la llanura del río Madre de Dios.
Años después, en 2007, la actividad apareció de forma intermitente en el río Las Piedras (provincia de Tambopata) y, para el año 2020, surgió una nueva área minera en el río Chaspa (provincia de Manu), que tiene una rápida expansión hasta el día de hoy. La actividad ilegal también está avanzando en otras zonas de la región, como Laberinto (Tambopata); Huepetuhe, y Madre de Dios (Manu), como alertó OjoPúblico meses atrás.
NIVEL DE SEDIMENTOS EN RÍOS DE LA AMAZONÍA
“Muchos de los ríos de la Amazonía son parte de una misma cuenca, esto quiere decir que los ecosistemas de esos diversos territorios también son impactados por la minería”, señala Luis Fernández, director ejecutivo de Cincia y uno de los autores del estudio.
El investigador sostuvo que lo que ocurre en Perú es muy grave, y se replica en otros países de la Amazonía y el mundo. "Hay un patrón global que muestra algo en común, y está relacionado con periodos de crisis e incremento del precio de los minerales", dijo.
La investigación, que utilizó una base de datos satelitales de 37 años, concluye que en la mayoría de los 49 países analizados, la minería aluvial se incrementó cuando se elevó el precio internacional del oro. En un 90% de los casos, las áreas mineras de explotación son auríferas, y el resto se dedican a la extracción de piedras preciosas y otros metales.
A nivel general, se detectó que el 80% de los 173 ríos analizados presentaban más del doble de concentración de sedimentos suspendidos que en las etapas previas al inicio de la actividad minera. De ese subtotal, el 43% quintuplicó sus niveles y el 19% mostró valores incluso mayores.
DAÑOS A LA SALUD Y AL MEDIOAMBIENTE
La investigación, realizada por el Centro de Innovación Científica Amazónica (Cincia), Dartmouth College y Wake Forest University, identificó que, en el mundo, hay más de 35.000 kilómetros de longitud de río en los que ocurrió una alteración de los niveles de concentración de sedimentos suspendidos por causa directa de la minería aluvial.
En la mayoría de los casos, los cambios son sustanciales. Más de 21.000 kilómetros de ríos tienen el doble de sedimentos que en el periodo anterior al desarrollo de la actividad minera. Dentro de ese grupo, 8.390 kilómetros elevaron cinco veces su concentración, y 3.500 kilómetros 10 veces o más.
¿Cuál es el peligro de una mayor cantidad de sedimentos suspendidos? Los cambios de concentración tienen un proceso natural, que depende del incremento de las lluvias. Sin embargo, debido a la minería se altera este ciclo natural y que provoca más sedimentación.
Además, la elevada cantidad de este material puede "reducir la claridad del agua y provocar sedimentación a niveles que pueden provocar enfermedades y mortalidad de peces, mala calidad del agua y daños a la infraestructura humana", señala la investigación.
Debido a la minería se altera este ciclo natural, lo que provoca más sedimentación".
La publicación Impactos ambientales previstos de la actividad minera aurífera ilegal en cuerpos de agua de la Amazonía peruana, de 2022, señala que los efectos son prácticamente permanentes.
La turbidez reduce la cantidad de luz que puede penetrar el agua, “lo que afecta los procesos fotosintéticos, la producción de oxígeno disuelto y la visibilidad de los organismos acuáticos. Asimismo, pone en riesgo sus necesidades básicas como son la alimentación, la reproducción y el desarrollo de huevos y larvas".
La falta de pescados y la contaminación de agua para riego y consumo afecta, a su vez, la seguridad alimentaria de las poblaciones que usan el recurso. Se estima que, en la Amazonía peruana, se capturan entre 87.000 y 117.000 toneladas métricas de pescado al año, y que cerca del 50% corresponde a la pesca de subsistencia.
Waldo Lavado Casimiro, del Senamhi, indicó que el incremento de sedimentos en los ríos provoca la erosión del suelo en la cuenca, afectando al territorio. “Un río que traslada muchos componentes sólidos va a generar impactos. Por ejemplo, eso se nota en la actualidad en la ciudad de Puerto Maldonado, en Madre de Dios: el río ha estado carcomiendo una parte del territorio”, señaló.
Luis Fernández explica que, si bien el estudio no pudo medir la cantidad de metales pesados que discurren en los ríos porque se necesitaría realizar un muestreo en campo, se tiene evidencia del uso de mercurio para esta actividad.
"A menudo, la etapa final del proceso de extracción de oro implica agregar mercurio para aislar el oro en una amalgama de mercurio y oro. Los sedimentos, el mercurio y otros metales pesados y contaminantes del proceso minero se liberan directamente al río o al aire o se almacenan en relaves", indica la investigación sobre minería aluvial.
Otro estudio, realizado en 2020 en Madre de Dios, reporta cómo la minería aurífera ilegal en cuerpos de agua aumenta las concentraciones del mercurio, lo que, en consecuencia, incrementa el riesgo de impactos negativos a la salud de poblaciones humanas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que este elemento puede generar efectos tóxicos al sistema nervioso, inmunitario, digestivo, en los pulmones, riñones, piel y ojos.
Las vistas satelitales recogidas para el nuevo estudio sobre minería aluvial en el mundo evidencian que, aunque la cantidad de sedimentos suspendidos es más intensa en las zonas adyacentes a la actividad minera, los ríos pueden transportar sedimentos a lo largo de distancias considerables. En promedio, la variación provocada por la minería permanece entre 16 y 162 kilómetros de recorrido del río.
Para los investigadores, esta estimación es conservadora ya que, en muchos casos, no se terminó de seguir el rastro porque el curso de agua desembocaba en el mar. Asimismo, hay ríos en los que se detectó que las partículas originadas por la minería recorrieron más de 500 kilómetros desde su origen.
CICLO DEL ORO Y AGRICULTURA
En 171 de los 173 ríos incluidos en el estudio se detectó que el incremento de la actividad minera —y, por consiguiente, de la concentración de sedimentos— se produjo en contextos de crisis económicas mundiales. Es decir, en momentos de incertidumbre para los mercados, en los cuales los inversores se inclinan a invertir en activos considerados más seguros, como el oro. Algo que, a la vez, eleva el precio del metal.
Los únicos lugares donde no se dio esta correlación fueron Angola y Brasil. En el caso del país africano, la actividad se mantuvo igual desde la década de 1980. En la nación sudamericana, en tanto, se registró menor actividad en el periodo de 2010 a 2020, en contraposición con lo que ocurrió en el resto de países, donde dicho período tuvo más actividad a causa de la crisis financiera global de 2008-2009, y sus consecuencias posteriores.
El investigador Luis Fernández señaló que, en el caso de Brasil, es posible que esta disminución tenga que ver con la aplicación de políticas de protección de la Amazonía ante la actividad minera. El estudio cita el caso de los esfuerzos coordinados de grupos indígenas, organizaciones de defensa y el gobierno brasileño para la protección de la reserva Kayapó, situada en la planicie central del país.
Durante dos décadas, los niveles de concentración de sedimentos suspendidos en los ríos de la reserva disminuyeron notoriamente. Sin embargo, entre 2010 y la actualidad, se detectó que la actividad minera intensiva retornó a Kayapó, lo que ha llevado a que los niveles de sedimentos en los ríos se acerquen a lo observado desde el auge minero de las décadas de 1980 y 1990. "Incluso los esfuerzos de larga data pueden revertirse sin una acción o aplicación sostenida [a lo largo del tiempo]", se indica en el documento.
A pesar de que la minería aluvial y sus métodos de extracción existen desde mucho antes, el estudio da cuenta de un boom mundial a partir del 2000. El 60% de las operaciones monitoreadas a través del satélite iniciaron después de este milenio. De ese grupo, el 46% de los casos ocurrió después de 2006.
El precio del oro no es la única causa del incremento de la actividad minera en una zona determinada. Los investigadores también encontraron una relación con el cultivo de la palma aceitera.
En Indonesia, Malasia y Madagascar, por ejemplo, se observó que, a menudo, la minería reemplaza la superficie utilizada para el cultivo de palma aceitera u otros tipos de agricultura. "Cuando se cuenta con una zona degradada, donde cuesta mucho volver a tener un bosque, esa zona es utilizada para otro tipo de actividades, como la minería", indica Luis Fernández.