Dionisio Garzón: Residuos mineros en superficie. El caso boliviano
DIONISIO J. GARZÓN*
Hacen 18 años y en mi paso por el Ministerio de Minería tuve un coloquio con el Club de Minería, un selecto grupo de profesionales y empresarios mineros del país, para delinear el estado de situación y las perspectivas del sector minero en esos años; como siempre se vivía en crisis por nuestra atávica dependencia del mercado externo y los precios de los commodities y por la falta de nuevos proyectos mineros que pudieran reemplazar, en el largo plazo, aquellos que se iniciaban por esos años (San Cristóbal, San Bartolomé, San Vicente, etc.) que eran el resultado del boom de exploraciones de los años 90 y que hoy están en los años postreros de su vida útil.
Resulta que a esta altura de los acontecimientos la situación no es diferente, seguimos dependiendo de esos viejos proyectos y de la herencia de los Barones del Estaño para la minería estatal, no hay nuevos emprendimientos que vayan más allá de la categoría de prospectos, hay un boom de exploraciones de este tipo como lo anoto en un escrito anterior (Exploración minera en Bolivia 2000-2022) pero salvo alguna aislada excepción como es el proyecto Silver Sand de New Pacific que tiene un PEA (Preliminary Economic Assesment) favorable, se necesitarán algunos años para llevarlo a una etapa de factibilidad que acorte el panorama descrito.
En la charla a la que hago referencia y al margen de la consideración sobre salmueras y minerales no metálicos, remarqué lo que técnicamente llamamos Residuos Minerales en Superficie para referirnos a la herencia de acumulaciones de desechos de explotaciones y de la metalurgia que se acumulan en lo que se llaman desmontes, colas, relaves, llamperas, pallacos, etc., según sea su origen, morfología, localización o el dialecto en que se nombran. Estas acumulaciones al margen de constituir la historia de la explotación y beneficio en cada caso y de ser pasivos ambientales, son con el paso del tiempo y con los adelantos tecnológicos, nuevos depósitos minerales que pueden incorporarse al circuito productivo de cualquier empresa.
Para el tiempo de la charla, la Corporación Minera de Bolivia, COMIBOL según la información de la empresa, tenía acumuladas 45 MM (millones) de toneladas (ton) en desmontes y 88 MM/ton en colas de ingenio, en sus empresas dependientes; de este total los desmontes con residuos de estaño son preponderantes y los de estaño y plata en las colas de ingenio. Siempre hubo un marcado interés a lo largo de la historia para explotar estos desechos en los periodos de apertura al capital privado en el país. Un ejemplo reciente fue el Proyecto San Bartolomé de Minera Manquiri (operada por Coeur D´Alene en el Joint Venture, JV con COMIBOL) que explotó y trató metalúrgicamente los residuos coluviales (en laderas) conocidos localmente como pallacos del Cerro Rico de Potosí. Ricos en minerales de plata, fueron la materia prima de un proyecto metalúrgico para obtener lingotes de plata metálica como producto final. Fue y es todavía, un proyecto exitoso de explotación de residuos minerales que logró recuperar alrededor de 120 MM de onzas de plata en su periodo principal de desarrollo (2008-2020).
La estatal minera trató de implementar proyectos similares (como la planta hidrometalúrgica Potosí, PLAHIPO) en sus áreas específicas desde mucho antes del proyecto de Minera Manquiri pero no tuvo el éxito esperado aunque fue un intento válido; algo parecido ocurrió con los intentos de explotar las colas del Ingenio Itos en San José de Oruro, ricas en contenidos de plata que derivó en un proyecto hidrometalúrgico (JV BAREMSA-COMIBOL) en los años 90, exitoso técnicamente hablando. Podemos seguir con otros ejemplos pero, la finalidad de esta columna es alertar que los residuos minerales en superficie son un plus de valor económico que se puede usar en tiempos de declive en la generación de nuevas minas como es el caso presente; pese al boom de exploraciones preliminares, no hay una perspectiva de tener proyectos exitosos en el corto y aún mediano plazo, estos residuos por sus características tienen costos operativos mucho menores al obviar etapas como extracción, clasificación, molienda y transporte, lo cual los hacen muy competitivos cuando el nivel tecnológico permite su aprovechamiento racional.
Dos ejemplos: La mina Siglo XX o Llallagua como se la conoce mejor, llegó a ser la mina subterránea de estaño más grande del mundo, con la mejor tecnología operativa y fuente de la riqueza que encumbró a Don Simón I. Patiño como Rey del Estaño a nivel mundial en los albores del Siglo XX; tiene un depósito de Colas y Arenas (Foto) como se conocen en la jerga técnica los desechos de lo que fue la planta de pre concentración Sink & Float que elevaba la ley de cabeza para alimentar el Ingenio Victoria de Catavi. Operó desde 1945 hasta 1985 y acumuló un gigante tonelaje de desechos mineralizados (Alrededor de 26 MM de toneladas según los reportes históricos de la empresa) con contenidos de estaño que van desde 0.55% en los primeros años hasta 0.26% en los años postreros de su acumulación.
Es una montaña de residuos donde sacrificadas mujeres mineras (Palliris, en el léxico local) seleccionan como en tiempos coloniales los fragmentos mineralizados que acumulados pasan a ser una parte mínima de la producción de la empresa. Un informe de análisis químicos del material realizados por el Instituto de Investigaciones Minero Metalúrgicas en 1976 indica que al margen del estaño, cobre, zinc, plomo y trazas de níquel y titanio están presentes, como es típico de la mineralización polimetálica del Cinturón Estannífero Boliviano. Pasa el tiempo, la montaña sigue incólume pero la tecnología avanza y hoy tenemos métodos de selección muy efectivos para fragmentos mineralizados con la granulometría de estos depósitos; la tecnología Ore Sorting-Lakefield fue probada en material de una mina de zinc en Canadá con una recuperación del 93% y se propuso su aplicación en el caso boliviano sin resultados hasta la fecha. (A. Vargas Com. Per.) Teniendo en cuenta el tamaño del depósito y la cotización actual del metal de $US 25,334/ton; el valor in situ de la mineralización de estaño podría superar los $US 2000 millones y justificaría el nivel estimado de inversión de alrededor de $US 25 MM (Com. Cit.)
Más al Sur de Bolivia en las estribaciones cordilleranas del sudoeste potosino se encuentra el Cerro Chorolque, cuya cúspide se yergue a 5.630 msnm, un domo de composición dacítica atraviesa sedimentos paleozoicos y genera un sistema de mineralización en vetas y también diseminada de casiterita (SnO2) en cercanías al domo y de minerales de cobre, plomo, bismuto y plata en aureolas definidas. COMIBOL y particulares explotan hasta hoy las vetas de estaño y bismuto aunque las duras condiciones climáticas no permiten un desarrollo de proyectos mayores. La historia geológica del yacimiento culmina con un grado severo de erosión fluvio-glaciar que depositó una enorme morrena (material clástico de granulometría heterogénea depositado por glaciares y corrientes asociadas) en el valle adyacente (Se conoce como Morrena Cotani), que tiene interesantes contenidos de casiterita y otros minerales en los fragmentos de granulometría variada y también en finos sedimentos intersticiales.
En los '80, COMIBOL evaluó la mineralización de estaño de este depósito; el resultado fue 350.000 ton de estaño contenido en la morrena lo cual abría la posibilidad de determinar con más perforaciones, un tonelaje considerable de estaño recuperable para armar un proyecto de explotación. Los cambios políticos de la época paralizaron el intento y según se sabe el área está operada hoy por una cooperativa que hace lo que puede para obtener el mineral.
Podemos seguir con otros viejos distritos mineros como San José, Viloco, Caracoles, Santa Fe, Japo, Tazna, Tatasi- Portugalete, Pulacayo y otros; el país tiene una historia centenaria de explotaciones mineras y los desechos en superficie son abundantes. El aprovecharlos, al margen de los beneficios económicos, es una obligación para disminuir los pasivos ambientales que son estas acumulaciones minerales.
*Ingeniero geólogo, ex Ministro de Minería y Metalurgia de Bolivia