#PODCAST Daniel Bosque ¿Y ahora qué Perú?
Adiós Castillo, hola Boluarte. El adalid de la izquierda aborigenista gestual y en las últimas horas devenido en golpista, ha caído tras 16 meses de zozobras, en los que probó de todo para sostenerse en el poder. Pedro Castillo tuvo cinco gabinetes de gobierno, nunca hizo pie y terminó solo, como un perro, hasta cometer el último y fatal error garrafal del autogolpe.
“Lapicito”, como se hizo popular, podrá lamentarse en su flamante presidio de las traiciones de sus compañeros de ruta, que lo empujaban a azuzar al Congreso y hoy lo han abandonado.
Lo cierto es que desde el minuto cero siempre orbitó sobre los legisladores peruanos, la tentación de la vacancia que venía de destronar a Pedro Pablo Kuczynski y a Martín Vizcarra. Pero había escepticismo por el uso abusivo de este atajo volteó a un presidente tras otro en la última década. Ese hastío de la ciudadanía por la política, hasta ayer, fue la mejor salvaguarda del presidente destronado.
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Castillo ha caído no sólo por su alta impericia para gobernar sino en particular por una vulgar concepción, de modos provincianos, del escamoteo de los dineros públicos y el mercadeo del tráfico de influencias. Por sobornos desde su entorno familiar, y de poca monta, cotejados con las grandes propinas de Odebrecht que tumbaron gobiernos, encarcelaron a presidentes y pusieron en riesgo el modelo peruano, hasta que acuerdos no escritos del establishment mandaron a limpiar y olvidar la gran mancha del Lava Jato.
¿Como fue posible Pedro, el maestro insolvente de Chota, tras el cual se parapetaban una tropa de nihilistas varios, nostálgicos de los textos trágicos y de Abimael Guzmán, el maoísta fundador de Sendero Luminoso?
La primera observación es obvia: el fenómeno Perú Libre y asociados no bajó de naves extraterrestres como a las que Erich von Däniken y otros ufólogos atribuían haber dibujado las Líneas de Nazca.
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Estas izquierdas hace tiempo que se colaron por las hendijas de un Perú desigual, repleto de conflictos socioambientales con foco predilecto en la minería y en el petróleo, la mayoría de ellos promovidos por políticos y autoridades regionales.
Perú, hasta la pandemia, era como aquella Italia de Andreotti, Moro y Berlinguer, un tren a todo vapor ajeno a los ramalazos de la política. Un prócer de estas dos décadas, muy citado por los argentinos económica y financieramente desquiciados, el Julio Velarde, el presidente del Banco Central, cuya mejor receta es no enjuagar con las reservas del país las fiestas del gasto público.
El Perú que ha sabido construir y vender grandes cifras macro, es el mismo que mientras más se aleja de los confortables polos limeños de San Isidro, Surco y Miraflores, más baja en realizaciones y expectativas de objetivas y subjetivas. Las mineras y su influyente Sociedad Nacional de Minería y Petróleo, la SNMPE, desafían con qué sería sin sus explotaciones metalíferas en las alturas de Arequipa, Áncash, Apurímac o Cajamarca.
Pero la dialéctica con vecinos a las minas viró notablemente en los últimos tiempos. Bloqueos, reclamos de super cánones para las comunidades, invasión y destrucción de campamentos, reclamos de cierren minas. Algo cambió notablemente en el primer semestre de Castillo cuando hubo bastante aval y complicidad con estas movidas. Luego un cambio de discurso oficial. Y hasta hoy una advertencia minera de que el futuro de la industria que significa el 60% de las exportaciones peruanas está en peligro.
Castillo ha caído. Hacia el final de la ronda del día del golpe frustrado, la Bolsa de Valores de Lima (BVL) donde hay un importante papel de seguros subía y el dólar (atención argentinos más de 15 años está por debajo de los 4 Soles) retrocedía, los bonos se valorizaban.
En el feriado del día de la Virgen hay duelos y euforias, de izquierdas y derechas peruanas y latinoamericanas, dos antípodas presas de sus propias miopías y cegueras.
La progresía, que ahora se desentiende de Castillo y sus chanchullos, prefiere olvidar aquellas las proclamas del Foro de San Pablo y otros sellos que auguraban un nuevo porvenir para los desposeídos del Perú. Al fin, el destituido presidente y sus colaboradores resultaron ineptos a toda vista para llevar a cabo cualquier tipo de revolución social y soberana. En este naufragio se dan vuelta como tortillas los exponentes del castillismo abatido, que juran y perjuran que jamás osarían con herir a la democracia.
En el otro extremo del dial, el status quo empresarial y financiero, buena parte del cual salvaguardó ahorros en el Exterior hace un año y medio, cuando Castillo y su mentor Vladimir Cerrón amenazaban con imponer un régimen filo cubano-venezolano, brindaba anoche por el fin de la pesadilla. Pero, si se mira bien, esto es como Netflix este no sería más que otro capítulo de una saga que continuará.
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Y que está signada en el presente por la decadencia de la política y por un fenómeno sobrenatural ,que es la sequía inédita como ninguno de los peruanos vivos recuerdan. Como en Argentina, la crisis del agua ha sido un drama subvaluado el Perú Pero hoy acecha a Lima y el Callao, donde viven 10.000.000 almas, y el recurso hídidrico del Rimac y Santa Eulalia está un 30% por debajo del requerimiento mínimo, tanto que el suministro podría colapsar en breve. Hace tres meses, tardíamente él y sus predecesores, Castillo prometió seis desalinizadora.
Mucho peor es en el Interior, donde hay 3.000 comunidades en crisis y se espera que se pierda el 40% de la producción de papa, que en Perú tiene centenares de variedades y miles de pequeños agricultores que han perdido forrajes y temen por sus alpacas.
Boluarte ha jurado prometiento luchas contra la corrupción, en medio de una gran incredulidad, aquí si vale la generalización con respecto al gran mapa de América y del mundo. Le esperan serios desafíos. Uno es el ya apuntado, a ver qué receta aplicará para el sector minero metalífero que aportó tres de cada diez dólares externos invertidos en la última década y produce 60% de las exportaciones del Perú.
Otro, cómo afrontará el horizonte energético y exportador, como se ha dicho en un lustro y medio se agotaría el gran yacimiento de gas de Camisea, sin que el Perú haya podido gasificar masivamente el uso de este recurso. El Gasoducto Sur Peruano o GSP fue el gran monumento a la corrupción que terminó en el tsunami memorable de Odebrecht.
Más aquí, la presidente deberá sobrellevar la tormenta que viene, como el drama de la inmigración desde el Norte de Sudamérica, que al igual que lo que pasó en Chile ha traído delincuencia y más narcomenudeos.
Sumado a la quinta ola de Covid en estos días. El virus en Perú decapitó a unos cuantos ministros de salud y produjo, según las cifras oficiales, 217.000 muertos, uno de los ratios por habitantes más altos del planeta. Y como en toda América Latina, en su mayoría hijos de las clases humildes.
La pandemia produjo un rebrote de la pobreza, que pasó del 20% a 30% de la población. Son los "nadies" a los que aludió la flamante presidente, recatando una imagen que hizo popular entre las izquierdas latinoamericanas el uruguayo Eduardo Galeano.
Muchos de esos nadies, más otros insatisfechos por el devenir de sus vidas y del mundo son los que hace un año y medio creyeron que el ignoto Castillo y sus promesas bolivarianas los sacarían de la nada.
Ahora están velando sus ilusiones. Mientras que los alguienes, los peruanos y no peruanos que más tienen, festejan la caída de estos improvisados. A la vez, hay quienes pretenden que aquí no ha pasado nada, sin atinar a aprender de esta lección.
Así pasa la historia, y como siempre decimos en CLUBminero: Continuará…