El gobierno nacional se ha sacado de encima el mal trago de presenciar en tiempo real los reclamos de la Unión Industrial Argentina (UIA). Se sabía hace unos días que no asistiría Javier Milei. La vaciada oficial se ha perfeccionado con el ausente con aviso de Luis Caputo, menos avisa Dios y perdona. Cómo sigue esto.
Alguien tiene que sacrificarse y poner cara de póker frente a las demandas de un RIGI ad hoc para la industria argentina o la pretendida Ley de Pymes que viene reclamando públicamente el líder anfitrión, Daniel Funes de Rioja, y de paso llevar el mensaje de sus jefes de cuánto progresó el país en este duro año desde el cambio de autoridades: el nominado es Juan Pazo, secretario de Coordinación de Producción del Ministerio de Economía y responsable de las políticas para las pequeñas y medianas empresas (pymes)
Alguien que suele conversar bastante de la cuestión industrial es el macrista o ex macrista secretario de Comercio, Pablo Lavigne, un funcionario definido por los industriales como alguien de pocas concesiones, al fin y al cabo para eso le pagan. La UIA suele jactarse de que ni con éste ni con el anterior gobierno - algunos de los ex burócratas ká se muestran hoy como adalides de la industria nacional - han rehuido contactos para peticionar por los temas más álgidos del momento.
En el listín de los reclamos de hoy los está el precio del dólar, alto para servicios, bajo para insumos, barato para comprar y vender, el eterno batifondo nacional. Según la pizarra verde soñada de la UIA debería estar a 1.300 pesos y también animarse a otra estructura arancelaria y marco tributario, casi nada. Si tenés un minuto te cuento, dicen en Avenida de Mayo 1147 y empiezan a despacharse con la sufrida carga de ingresos brutos, tasas municipales, retenciones, etc, etc.
En charlas les han planteado a los chupatintas libertarios si se van a meter con las oscuridades de la Aduana, tan viejas como la República.
No toda la industria argentina está arruinada en esta coyuntura, claro que no. Por ejemplo, hay empresas de todo tamaño emparentadas con Vaca Muerta que viven un repunte notable aunque el conflicto creciente es la importación. En el otro extremo del dial están los textiles, un porcentaje de los cuales podrían sucumbir sin protección; el núcleo de empresas de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (ADIMRA) conducida por Elio Del Re, entidad "que es y será kirchnerista", se suele decir en la UIA; y la electrónica de Tierra del Fuego, que ha sobrevivido a todos los bandazos argentinos.
Javier y Toto no estarán y trascartón de la conferencia se espera que muevan los pulgares. Toda historia necesita de un malo, Cristina tenía al agro y por estos días la UIA ha sacado todos los boletos para ser un blanco elegido de Milei. Para compensar, los gobernadores de Córdoba, Santa Fe, San Juan y Jujuy estarán en un panel sobre consensos y acuerdos.
Curiosidades de la burocracia libertaria, el que hace un tiempo abrió su ventanilla de atención al cliente es el periodista Eduardo Serenellini, contratado originalmente para temas de la prensa y luego desplazado por Santiago Caputo. Según cuenta en sus redes viene recibiendo a industriales y otros sectores que buscan elevar sus peticiones al gobierno argentino. No se conocen mayores eficiencias en esta tarea, pero es al menos una voz humana que convida café. No es poca cosa, en tiempos de tanta inteligencia artificial.