Minerales críticos, seguridad occidental y la necesidad de liderazgo estadounidense
#VOCES04 de septiembre de 2024CLUBmineroDOMINIC RAAB/
MINING.COM
Mientras el mundo espera el debate presidencial estadounidense del 10 de septiembre, los dos candidatos Donald Trump y Kamala Harris podrían reflexionar sobre las palabras del presidente Dwight Eisenhower, hace setenta años, cuando bromeó: “Tengo dos tipos de problemas: los urgentes y los importantes. Los urgentes no son importantes y los importantes nunca son urgentes”.
La reflexión de Eisenhower llegó un año después de asumir la presidencia. Con un armisticio que puso fin a la guerra de Corea, se enfrentaba a una economía que salía de la recesión, a los comunistas que ocupaban Hanoi y a un oscuro oficial del ejército, Gamal Abdel Nasser, que tomaba el poder en Egipto. Su ocurrencia pasó a formar parte del léxico de los líderes empresariales y políticos, que buscaban distinguir las prioridades a largo plazo de las a corto plazo en medio de una avalancha de cuestiones que competían por su tiempo.
Hoy en día, un imperativo estratégico para Estados Unidos (y Occidente) se vuelve cada vez más urgente: la vulnerabilidad de las cadenas de suministro, y en particular de los minerales críticos que son vitales para los vehículos eléctricos, el almacenamiento de baterías y la transición energética más amplia.
La Agencia Internacional de Energía estima que necesitamos una inversión adicional de 800.000 millones de dólares en nuevos proyectos mineros para 2040 a fin de cumplir con el objetivo de 1,5 °C. Para apreciar la magnitud del desafío, comparemos los minerales críticos con el petróleo, con su impacto históricamente tenso en las relaciones internacionales.
Aunque ningún país tiene más del 15% del suministro de petróleo, China tiene más del 80% en galio, magnesio y tungsteno, para tomar solo tres minerales críticos, y controla casi todas las minas de la República Democrática del Congo, que produce más del 70% del cobalto.
Occidente lleva veinte años de retraso con respecto a China, que se vale de subsidios, control de precios y planificación a largo plazo que sólo una economía dirigida puede ofrecer, lo que crea una enorme desventaja en términos de costos de capital para los inversores occidentales. En un mercado tan concentrado, la sobreproducción (por ejemplo, el níquel) puede desinflar artificialmente el precio, minando la inversión occidental a pesar de la enorme demanda a largo plazo. Se trata de una falla geopolítica importante que expone la vulnerabilidad occidental.
¿Qué planes tienen los candidatos Trump y Harris para restablecer el equilibrio? En el Congreso de Estados Unidos existe un apoyo bipartidista a los objetivos estratégicos de trasladar la extracción y el refinamiento de minerales críticos a países vecinos para reforzar la resiliencia económica. La Ley de Estrategia Global Rubio-Warner para la Protección de Minerales Críticos de 2024 propone ampliar el conjunto de herramientas financieras del gobierno estadounidense para impulsar una mayor inversión y ampliar las iniciativas diplomáticas para diversificar las cadenas de suministro.
Mientras tanto, la promesa del expresidente Trump de derogar la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés) que canaliza los subsidios puede verse atenuada por la oposición del Congreso. Un análisis reciente determinó que el 80% de las inversiones en IRA han recaído en estados republicanos.
Mi experiencia como presidente, en nombre de Appian Capital Advisory, de un grupo de inversores que asesora a los responsables de las políticas estadounidenses a través de la organización Securing America's Future Energy (Garantizar la energía del futuro de Estados Unidos) sugiere que una estrategia eficaz requiere tres pilares: primero, políticas más sólidas para nivelar el campo de juego.
La actual administración estadounidense está considerando herramientas orientadas a la demanda, como contratos por diferencia, precios mínimos fijos y garantías de préstamos, para intentar compensar la desventaja del costo del capital que enfrentan las empresas occidentales. El objetivo de promover una carrera hacia la cima –con los estándares ESG más altos en minería reflejados en los precios para los inversores– es loable.
Queda por ver cómo funcionaría en la práctica ese mercado "premium" y si resultaría atractivo para los países en desarrollo que actualmente se benefician de las inversiones chinas en el marco de la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de la Seda. Cualquiera sea la combinación de subvenciones, préstamos, garantías, aranceles, restricciones a las exportaciones y otras herramientas, la mitigación de los costos de inversión es el mayor enigma.
En segundo lugar, la relocalización de recursos entre países socios debe ser más ambiciosa. Estados Unidos, y mucho menos sus aliados, no puede ser autosuficiente individualmente. Necesitamos forjar grupos más amplios de asociaciones de alta confianza para proporcionar cadenas de suministro más amplias y de extremo a extremo. La alianza de inteligencia y seguridad Five Eyes, integrada por Estados Unidos, el Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, podría ampliar su alcance para cubrir la seguridad de minerales críticos, dada la amplitud de los recursos y capacidades que cada uno de ellos aporta.
Japón también es un socio clave en este ámbito, que genera una gran confianza. Ahora, la Asociación de Seguridad Mineral (MSP, por sus siglas en inglés), liderada por Estados Unidos y que comprende a los principales aliados transatlánticos y del Pacífico de Estados Unidos, debe ir más allá de su zona de confort. La admisión de la India, una potencia no alineada fundamental, eleva el número a 15. Pero ¿podemos convencer a productores clave como Brasil, Perú, Filipinas, Arabia Saudita e Indonesia para que se unan a la MSP?
Por último, necesitamos mejores alianzas público-privadas. Las empresas pueden aportar su perspicacia inversora, su experiencia técnica, su innovación y sus elevados estándares ESG. Por ejemplo, Appian Capital Advisory ha invertido en US Strategic Metals en Missouri, no solo para extraer y procesar níquel, litio, cobre y cobalto, sino también para introducir un reciclado de última generación de baterías de iones de litio.
Por su parte, además del apoyo financiero, los gobiernos necesitan agilizar los permisos, colaborar mejor para ofrecer garantías diplomáticas y de seguridad y desplegar la ayuda de manera que apoye las cadenas de suministro (por ejemplo, financiando carreteras, ferrocarriles e infraestructura portuaria en los países en desarrollo).
Cuando me reúna con gobiernos y empresas de Estados Unidos, Japón y Australia este mes, estos son los desafíos importantes y urgentes que discutiremos, y que el próximo presidente de Estados Unidos tendrá que superar.
*Director de asuntos globales de Appian Capital Advisory y ex secretario de Asuntos Exteriores del Reino Unido y viceprimer ministro .