Estas letras pueden caducar más rápido que un yogur, pero bien vale el espíritu. Al momento de esta publicación, seguía sin conocerse quien será la máxima autoridad minera de la Nación. A pocas horas de tener que comparecer Argentina en la feria PDAC 2024, la máxima cita de la inversión mundial en minas y proyectos.
Tras la demorada designación, luego la fugaz gestión y despido sorpresivo de Flavia Royon, mucho se ha escrito y especulado. Un dato no menor es que la minería ha quedado envuelta en la trifulca legilslativa y fiscal entre Nación y provincias. De hecho, sólo dos gobernadores, Marcelo Orrego (San Juan) y Alfredo Cornejo (Mendoza) estarán en el Argentine Day de Toronto, este domingo.
A nadie escapa la sinuosidad con la que la actual administración está tratando y destratando la cuestión minera. Si la desginación de Royon fue un gesto audaz, su salida exprés y sin back up es percibida por la minería con un gran signo de interrogación. Justo en momentos en que el leit motiv es el impacto en el país, y en especial en el NOA, del fuerte bajón del precio internacional del litio.
Una hipótesis caprichosa sobre la demora en resolver la sucesión, no sólo de Royon, sino de toda la estructura en la Secretaría de Minería, es que el tandem Milei-Caputo, estaría de paso demostrando que la burocracia estatal nacional huelga, casi como Bélgica a hace una década, que estuvo años sin gobierno y le fue muy bien. Sin embargo, el hecho de que no haya timonel y firma autorizante está dificultando la aplicación de la Ley de Inversiones Mineras y de otros tantos expedientes.
Sin contar, claro, que la presencia institucional de Argentina en PDAC, después de la gira auspiciosa por Alemania y la UE, giraba en torno a la agenda y la figura convocante de Royon y ha tenido que ser reformulada. El paso de la salteña por Diagonal sur al 600, puso en evidencia la posibilidad de imprimir otro tono a las relaciones internacionales y al vínculo con las provincias mineras, dueñas de los recursos, y no siempre eficientes a la hora de gestionarlos.
En las últimas jornadas el super ministro de Economía, Luis Caputo, ha venido entrevistando a conocidos y conocedores del negocio minero, con experiencia en la gestión de empresas y de cámaras. En el casting estarían participando también infaltables outsiders de ideas innovadoras sobre cómo transformar el actual status quo, pero con escasa relación con las empresas, operaciones y finanzas mineras.
El mundo está veloz. Y en este trimestre, en el que Argentina no mueve una piedra en su política mineral, no han dejado de batir el parche los países con los que compite el país para atraer negocios, en particular en cobre, la palabra de moda.
Los portavoces de la minería privada suelen machacar con el texto de las ventajas comparativas del país. Aquí no hay grandes conflictos sociales y ambientales, excepto en las provincias como Chubut, famélica de fondos hoy en los diarios y Mendoza, ya mencionada, que el primer kirchnerismo dejó ir del mapa minero. Y tampoco pasa como en naciones vecinas que por la edad de los yacimientos explotados se gaste más para producir menos. Tampoco se ha consolidado aquí el asedio a la actividad desde grupos irregulares del narcotráfico y el crimen organizado.
La Argentina está en medio de un duro y notable experimento de cambio de signo. Hacia este fin de febrero, el Estado ha restringido egresos y gastos, todavía no logra domar la inflación campeona del mundo y todos los días se habla de cajas no conocidas que forman parte del status quo. Tras las derrotas en el Congreso, la revolución profunda proclamada por un gobierno débil y de escasos recursos humanos para cubrir todo su organigrama.
En este contexto, la minería - que hoy tiene poco cash flow pero muchos proyectos - luce, o mejor dicho, desluce en el rincón de los objetos perdidos, como un niño expósito* abandonado en la puerta de la parroquia con un cartelito de "cuídelo por favor". Urge cubrir esos espacios vacíos con profesionalidad, pragmatismo y por afuera de los loteos del poder, como viene haciendo la Santa Iglesia Política en el último cuarto de siglo.
La minería es ese sector que viene batiendo el parche y trabajando en la exploración de su enorme potencial, pero que necesita fuertes capitales, que no serán nacionales, para transformar recursos en reservas y reservas en producción, exportación y divisas.
Para ello, reclama similares estándares profesionales a los dos lados del mostrador.
*Expósito viene del latín ex-positum, cuyo significado literal es “puesto afuera”