El peso de los impuestos en un litro de nafta no para de caer: con la postergación de la aplicación del impuesto a los combustibles líquidos, la carga tributaria pasó a ser del 28,6%. Hace cinco años, ese número era del 44%.
En 2018, ascendía al 44%. Hoy no llega al 30%. Es por la postergación de la aplicación del impuesto a los combustibles. Economía volvió a congelarlo y analiza modificarlo.
Así se desprende de un trabajo realizado por Nadín Argañaraz, presidente del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), actualizado a noviembre de este año, luego de que el Ministerio de Economía volviera a postergar el cobro de impuestos que impactan en el precio de los combustibles hasta febrero de 2024.
Cuando un consumidor va a la estación de servicio a cargar un litro de nafta, el 28,6% son impuestos, lo que se conoce como carga tributaria indirecta. El IVA representa el 15,6%, cheque 0,7%, impuesto al dióxido de carbono 0,6%, impuesto a los combustibles líquidos 9,6% e ingreso brutos 2,1%.
El ejemplo realizado por Argañaraz, quien es doctor en economía, es en base a los precios de la nafta común en la Ciudad de Buenos Aires. Un ciudadano de CABA solo tributa a dos niveles de gobierno, mientras que un ciudadano del interior debe tributar a tres niveles.
Hace cinco años, en marzo de 2018, la carga tributaria en el mismo litro de nafta ascendía al 44%. El IVA representaba el 12,3%, cheque 0,6%, impuesto al dióxido de carbono 1,7%, impuesto a los combustibles líquidos 27,6% e ingreso brutos 1,7%.
“En nuestro país no siempre suben todos los impuestos. Una excepción son los impuestos nacionales a los combustibles, concretamente los que recaen sobre el consumo de nafta común. Y seguirá bajando en los próximos meses”, anticipó Argañaraz en su investigación titulada “El peso de los tributos”.
“Esta caída se explica completamente por la carga tributaria ejercida por la Nación, ya que, solo los dos impuestos fijos (ICL e IDC) presentaron variaciones de su carga tributaria en el periodo”, agregó e trabajo. Por tratarse de impuestos nacionales, quien deja de recaudar es el Tesoro nacional.
Así, en el 2018, del 100% de la carga tributaria, el ICL representaba el 63%, y sumado el IDC, llegaba al 66,8%. Actualmente, ese valor no llega al 40%, y ganó mucho más lugar el IVA, que pasó de ser el 28% hace 5 años a ser el 52,3% hoy.
Costo fiscal para el Estado
Los tributos específicos que recaen sobre la nafta son el impuesto a los combustibles líquidos (ICL) y al dióxido de carbono (IDC). Según detalla el trabajo del tributarista, están avalados por la ley 27.430, donde en su artículo 133 se determina que el impuesto se calcula aplicando un monto fijo en pesos (el cual es la suma del ICL y el IDC) por unidad de medida al consumo de los productos determinados por la ley.
Si bien esta ley determina que los montos fijos se deben actualizar de forma trimestral según las variaciones del Índice de Precio al Consumidor (IPC), la actualización se ha postergado reiteradas veces. De hecho, la semana pasada, el ministro y candidato, Sergio Massa, volvió a congelar la aplicación del impuesto hasta febrero del 2024.
Es la novena postergación de la aplicación desde el 2021. Massa explicó que el motivo de la medida es para que haya menos impacto en el precio final de la nafta: “el Estado no aumenta su participación en los impuestos para que la nafta no aumente más”, afirmó. Del otro lado, el Estado deja de recaudar un impuesto nacional.
El costo fiscal, solo este año, ascendió a u$s 2500 millones, según un análisis realizado por la consultora Economía y Energía. Hasta noviembre de 2023 el impuesto acumula un atraso de aproximadamente el 254%, debido a que se actualiza por inflación. A su vez, en diciembre hubiera tenido que aplicarse el aumento correspondiente a la inflación del tercer trimestre de 2023, que resultaría en un incremento adicional del 34,8%.
Dentro del Palacio de Hacienda, está la idea de modificar este tributo. Así lo hizo saber Claudia Balestrini, subsecretaria de Ingresos Públicos, cuando se presentó ante los diputados del Congreso para discutir el gasto tributario que figura en la “separata” del presupuesto. La idea oficial es pasar a un impuesto “ad valorem”, esto es, aplicado sobre el valor del bien y no con un monto fijo cada 3 veces, dado que consideran que presiona sobre la inflación.