La búsqueda de alternativas para reemplazar los combustibles fósiles no cesa y aunque parezca un recurso rudimentario, hoy los principales organismos internacionales que estudian la transición energética recomiendan -como un aporte más- reciclar el aceite de cocina para producir biodiesel. En Europa ya se utiliza comercialmente en escala, el hallazgo es el HVO100 de Neste. En América Latina su producción es incipiente y está en manos de emprendedores particulares o proyectos piloto.
Cada hallazgo para reemplazar los hidrocarburos en beneficio del medio ambiente tiene cara y contracara. El uso de aceites vegetales, girasol, maíz o palma, encarece los precios de los alimentos, tanto de los granos como del aceite de cocina y esto no es una buena noticia en épocas de crisis alimentaria.
En mayo de 2022, el biodiésel de aceite vegetal fue casi un 100% más caro que el fósil. Los basados ​​en grasa animal ‘sebo’ o aceite de cocina usado llegaron con primas de casi el 130%.
La mezcla tampoco convence a los ecologistas que aseguran que no reduce los gases de efecto invernadero.
El uso del aceite refrito, por el contrario, no supone un aumento del precio de los alimentos y además es beneficioso para el medio ambiente porque el vertido de aceite usado a los desagües es perjudicial.
La contracara es la dificultad en la recolección del mismo y las cantidades insuficientes como para pensar en una masiva producción industrial que pueda servir de reemplazo en gran porcentaje.
Neste en Finlandia ha creado el HVO100, un aceite vegetal hidrotratado (Hydrotreated Vegetable Oil). Está realizado con aceite vegetal (como el aceite de palma o la colza) y con residuos reciclados, como el aceite de cocina usado. Ya se vende como combustible para vehículos y se empezó a comercializar en los países Bálticos.
Los costos del biocombustible
La energía suministrada por el biodiésel cuesta entre un 70% y un 130% más que el diésel fósil o convencional.
Para la UE que debe cumplir con una cuota de biocombustibles, supone un gasto adicional de 17.000 millones de euros al año a precios de mayo 2022.
T&E analizó la cantidad de trigo y otros cereales que se desperdician para la mezcla de etanol en gasolina mientras que países dependientes de las importaciones como Egipto, África y Oriente Medio luchan para nutrir a su gente.
El 18% de la producción mundial de los aceites vegetales se destina al biodiésel, casi todo apto para el consumo humano.
En los últimos años, Europa puso el 58% de toda la colza y el 9% del aceite de girasol consumidos en la región, en sus autos y camiones. Pese a sus efectos en el medio ambiente.
El HVO100, el diésel del futuro que ya usa el norte de Europa
El HVO10, Hydrotreated Vegetable Oil, está realizado con aceite vegetal (como el aceite de palma o la colza), así como con residuos reciclados, como el aceite de cocina usado.
Puede usarse como combustible en vehículos diésel y tiene un cetanaje superior (c80) que el gasóleo estándar de origen fósil (que tiene un 50-60), y por tanto un contenido inferior de azufre e hidrocarburos aromáticos. Sus creadores anuncian que genera un 90 % menos emisiones que un vehículo movido por un motor diésel convencional.
Por ahora es algo más caro que el diésel fósil (un 20 %), pero con una mayor producción y los precios actuales del gasóleo podrían equipararse pronto. Y es que el biodiésel (donde se integra el HVO) supuso en 2020 un 6,1 % de la producción de gasóleo, según datos de Transport & Evironment.
Neste asegura que, a diferencia de otros biocombustibles, su origen es de fuentes 100% renovables. Muchas empresas lo utilizan como la opción parafínica más sencilla para reducir las emisiones de carbono a corto plazo.
El aceite con el que se crea se recoge sobre todo en lugares de gran consumo del sector de restauración, así como en puntos limpios. La petrolera los somete a un tratamiento químico que emplea hidrógeno como catalizador. Puede usarse por sí solo (HVO100, por el porcentaje que usa) o mezclado en los depósitos con algo de gasóleo convencional.
Qué vehículos lo utilizan
Se emplea ya en transporte pesado, maquinaria, desde carretillas, cabezas tractoras de terminal o manipuladores de contenedores lo utilizan.
Volvo lo usa para su flota de camiones así como Mercedes-Benz y Scania, en motores Euro 5 y Euro 6.
Las mecánicas BlueHDi de Stellantis (Peugeot, Citroën, DS y Opel), pueden usarlo sin realizar ninguna modificación en el sistema de combustible. Ford lo ha probado en la furgoneta Ford Transit (motor 2.0 EcoBlue) y Audi en sus motores V6 TDI.
La última fue Toyota: el Land Cruiser y el Hilux –2023–, se sumarán a la familia Toyota Proace (que ya eran compatibles con el diésel HVO100 al compartir mecánicas diésel con Stellantis).
La idea es alcanzar los 15,5 millones de ton anuales en 2030.
El aceite de cocina que se quema en casa
Un estudio realizado por Transport & Environment, en colaboración de la Fundación Ecología y Desarrollo (Ecodes) dentro de la campaña #FoodNotFuel, arroja datos sorprendentes.
Europa quema más de 17.000 toneladas de aceite de colza y girasol, el equivalente a 19 millones de botellas del mejor aceite de cocina todos los días.
Esto ha contribuido a los aumentos vertiginosos de los precios de los alimentos a partir de mayo. Así como a los estantes vacíos de los supermercados a raíz de la invasión rusa de Ucrania y su mortal efecto en el suministro de alimentos.
T&E pide a los gobiernos que prioricen los alimentos sobre los combustibles y pongan fin al uso de biocombustibles de cultivos ahora.
De Córdoba, con amor
En América Latina hay muchos emprendimientos de particulares o proyectos piloto en municipios, en Colombia y México se aplica de este modo y se incentiva. También en Chile y Argentina podemos encontrar ejemplos, hay pequeñas iniciativas desde Jujuy hasta Temuco.
Para muestra, el ejemplo que nos presentó en estos días el diario La Nación: Bruno Busconi, de un pequeño pueblo cordobés llamado Mi Granja que empezó un negocio de biodiesel recolectando el aceite usado de los restaurantes de la zona.
A los 19 años fundó Arquea junto a su compañero, Ignacio Paiva, producían biogás con un biodigestor muy grande. Luego cambió de rumbo y en 2019 fundó un exitoso emprendimiento de recolección de aceite vegetal usado (lo llama por sus iniciales, “AVU”) que luego se convierte en combustible: hace biodiesel.
Mientras que el país se paraliza por la escasez de la energía, él la obtiene del aceite de cocina. De las freidoras. Comenzó a recolectarlo de los restaurantes en su pueblo, Mi granja, aunque luego continuó su “cosecha” por locales de Córdoba capital y un sin número de lolcalidades a lo largo de la provincia.
“Hoy tenemos alrededor de 250 clientes en la capital, pero también trabajaron con varios municipios de la sierra de Córdoba. Ahora estamos analizando otros horizontes”, contó Busconi a LA NACION.
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Cómo hacer biodiesel
En México, hay muchos pequeños emprendimientos con producción de biodiesel desde el aceite usado de cocina. Desde la productora de biodesel Querétaro, nos explican la experiencia y el proceso.