










Al periodismo, la política y el público les encanta el barullo dialéctico, sobre todo en países como éste, donde el progreso material tarda en madurar y se cumple aquello que "a mayor movimiento, menos acción".
De esto sabe de sobra la minería hoy de moda, a la cual los recién llegados van conociendo de a poco. Con una primera advertencia, aquella esencial de que este es un negocio riesgoso que tarda en florecer y muchas veces se queda en intentos.
En estas vísperas de la feria más importante de la industria, Arminera 2025, hubo por estas horas tensos cruces de palabras entre actores del sector.
A propósito de algo sobre lo cual todos deberían estar de acuerdo, a menos que no sea el desarrollo sino la especulación el fin último de sus agendas: La cuestión de la Infraestructura, o mejor dicho el gravoso deficit que ostenta el país, por su geografía pero más que nada por las largas décadas de robos descarados, desidia y falta de otro proyecto de nación.
Así, ha terminado por ser leit motiv y a la vez evidencia de que estamos por enésima vez ante el teorema empobrecedor de si lo primero es el huevo o la gallina.
Tras la reciente explosión del litio en el NOA, el novedoso entusiasmo por la Era del Cobre viene a golpear las puertas de los despachos empresariales y gubernamentales con sus anuncios de inéditas enormidades.
Mientras, ha contribuido paradójicamente a fermentar este debate por la infraestructura faltante y como conseguirla ,el reciente brief de la Secretaría de Minería de la Nación sobre los requerimientos de carreteras, trenes, energías y agua para solventar el desarrollo minero argentino.
CLUBminero viene preguntando a diversas voces desde hace largos meses cómo se agarra esta papa caliente y la respuesta ha ido desde un"vamos a acompañar el esfuerzo privado" a otro "vamos a apoyar las iniciativas públicas". Versus Chile o Perú, vecinos de los que vivimos hablando, desde las sangrías de federales y unitarios y sucesivas a la Constitución de 1994 consagra la soberanía provincial de los recursos naturales. Los cual puede ser enriquecedor o, al fin y al cabo, otra piedra en el zapato, según como se resuelva la historia sobre todo en estos tiempos de aljibes vacíos.
La declaración reciente, en un foro de negocios, del líder del máximo productor de oro -empresa que desde hace un tiempo no está en CAEM- sobre potenciales preferencias de inversores por Chile ha sido retrucada por el líder de la entidad gremial empresaria que ha sostenido que tales dichos no representan al conjunto de la industria.
Sin embargo, tales discrepancias no deberían terminar siendo, como otras veces en nuestra historia, un poncho que tape el firmamento.
Porque si hay un Talón de Aquiles para que los US$ 33.000 millones que valuó impecablemente CAEM para la concreción de los proyectos más explorados y avanzados, es precisamente la falta de obras que sostengan la llegada de mineros, insumos, faenas y salida de la producción.
Este es un debate que no debería ser entendido como ahuyentador de la inversión, sino como esclarecedor del imprescindible diseño territorial de la Argentina por venir.
En ese sentido, no parecería haber mejor fórmula para emprender inversiones imprescindibles y costosas, que una buena alianza público-privada. Como ya ocurrió en algunas provincias mineras.
La escasez de un mercado de capitales es nuestro signo. A priori, en tiempos de aversión al riesgo, guerras y fracturas geopolíticas de insondable destino, el Tercer Mundo ha venido teniendo una chequera a mano, la de China. Y en 2025 un dilema también a flor de piel, discusiones sobre la pertenencia a uno u otro bloque, o a ninguno, según se observa en el mapa de América Latina.
La minería, como se ha dicho, transcurre en ese modo slow que llega a lo exasperante. No es el oil&gas que decide en tiempos records tender gasoductos, traer buques metaneros y tejer alianzas como las big companies del planeta.
Esa lentitud bien podría ser aprovechada para que los argentinos trabajen sobre el país que viene que prosperará o sucumbirá cuando pasen estos soles de RIGIs, dólares en colchones, griteríos e histerias.
Argentina tiene un buen stock de recursos minerales que no es lo mismo que reservas. Entre una cosa y otra media trabajo, capital y tiempo. En ese momento estamos.
La nueva minería desde los 90, en muchas comarcas argentinas ha hecho posible una vida mejor, en otras ha quedado en deuda. Es el momento de ir por más, tranquilizarse, escucharnos y trabajar juntos sin perder la noción del contexto.
Nos vemos en Arminera.
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