










La creciente demanda mundial de actividad comercial, el poderío económico de China, EE.UU y sus respectivos socios, ha puesto en relieve que ya no alcanza el canal de Panamá como único medio de paso interoceánico. Las demoras de los buques que esperan turno para usar el paso puede extenderse por días y hasta por semanas y esta resultando una verdadera complicación logística para el mundo globalizado, a pesar de que hoy enfrenta una creciente guerra comercial entre las dos potencias mas importantes del mundo. A horas del inicio de Expomin en Chile, cobra especial relevancia este tema en la agenda de la infraestructura Latinoamericana
Argentina, Brasil, Paraguay y Chile coordinan esfuerzos para desarrollar el Corredor Bioceánico Vial, un megaproyecto de más de 2,290 kilómetros que unirá el océano Pacífico con el Atlántico. Las obras, iniciadas tras un acuerdo firmado en 2015, avanzan con el objetivo de estar listas antes del 2028.
Una ruta alternativa al Canal de Panamá
El Corredor Bioceánico Vial busca conectar el puerto de Coquimbo (Chile) con Porto Alegre (Brasil), mediante una red de rutas y puentes que atraviesa ocho pasos fronterizos y recorre regiones estratégicas de los cuatro países involucrados. Esta obra, estimada en U$S 10 mil millones, tiene como meta competir directamente con el Canal de Panamá al ofrecer una vía terrestre más eficiente para el tránsito de mercancías entre los océanos.

Actualmente, el Canal de Panamá puede mover hasta 36 barcos diarios, pero enfrenta largas esperas, que según datos oficiales pueden extenderse por tres o cuatro días y en algunos casos hasta han tardado semanas en cruzar. El nuevo corredor terrestre promete reducir los tiempos de traslado y los costos logísticos de forma significativa, lo que representa una ventaja estratégica para los países del Cono Sur.
Una apuesta estratégica
Los gobiernos involucrados aseguran que este megaproyecto no solo fortalecerá el comercio regional, sino que impulsará el desarrollo económico en las zonas que atraviesa, como Salta y Jujuy en Argentina, Mato Grosso do Sul en Brasil, el Gran Chaco en Paraguay y las regiones de Antofagasta y Tarapacá en Chile.

Además, permitirá conectar centros de producción alimentaria y minera con mercados internacionales, especialmente en Asia, abriendo nuevas oportunidades de exportación. Sin embargo, aún quedan retos, como la armonización de normativas aduaneras y la incorporación de tecnologías para facilitar el tránsito seguro y eficiente.
Recientemente, los presidentes Gabriel Boric y Santiago Peña reafirmaron su compromiso con el proyecto durante su encuentro en Uruguay. La visión compartida es consolidar una Sudamérica interconectada, con infraestructura moderna que mejore la competitividad regional y disminuya la dependencia de rutas externas.
Funcionarios como el ministro de Desarrollo de Salta, Martín de Ríos, destacan la importancia de “homogeneizar procedimientos aduaneros, sanitarios y migratorios”, como parte de los pasos necesarios para garantizar el éxito del Corredor.
El Corredor Bioceánico Vial se perfila como una de las obras de infraestructura más ambiciosas del continente, y si los tiempos se cumplen, su impacto podría marcar una transformación profunda en la dinámica comercial de Sudamérica para las próximas décadas.
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