







RICARDO ALONSO*
La naturaleza graba y esculpe con mano maestra. Lo hace sobre el lienzo rocoso de la corteza. A veces imprime sus formas en rocas duras o blandas, macizas o deleznables, monocromáticas o multicolores. Rocas que se han formado en largos procesos geológicos y que fueron sometidas al accionar de los agentes exógenos. Es en esa interacción entre las dinámicas interna y externa donde surgen los paisajes. Paisajes que nos maravillan por su estética y belleza, por sus formas y colores, por su historia de palimpsestos geológicos. La naturaleza es esencialmente fractal. Sin embargo, a veces ejecuta formas que se acercan al ideal platónico.
El río no es una línea, ni la montaña es un triángulo, ni un cráter es un círculo. Aunque se dan casos en que una forma natural se convierte en una forma casi platónica ideal. Un ejemplo en Salta es el cono de Arita, una figura casi perfecta en la inmensidad de la Puna. Este cono, considerado una de las maravillas paisajísticas de la Puna Argentina, se encuentra ubicado en el extremo sur del salar de Arizaro, el segundo salar más importante del Altiplano-Puna después de Uyuni en Bolivia. O el tercer salar en importancia en América del Sur si sumamos al salar de Atacama en Chile. El salar de Arizaro es un salar de tipo cristalino o maduro, con costra salina fósil, ubicado en la Puna seca y salada. Se considera maduro porque los materiales cristalinos o evaporíticos son más importantes que los terrosos, esto es los areno-arcillosos.
Descripto de manera simple el salar de Arizaro es una fosa tectónica compresiva, limitada por dos bloques de rocas elevadas a occidente y oriente por la acción del fracturamiento y de la deformación andina. En realidad el salar actual está empotrado en las rocas rojas de un viejo salar desarrollado allí durante el Terciario superior. Precisamente sobre las rocas marinas paleozoicas se apoyan en discordancia rocas sedimentarias rojizas de origen fluvial, eólico y evaporítico, con edades que abarcan los últimos 40 millones de años. En la Puna se distingue un Terciario viejo y un Terciario joven. El viejo se formó antes de que aparezcan los volcanes cuando la Puna estaba todavía cerca del nivel del mar, tenía selvas tropicales, y vivían allí tortugas y cocodrilos. El Terciario joven se formó cuando los volcanes entraron en actividad y la Puna se cerró, secó y desertizó. A las capas rojas en general se las ha llamado Grupo Pastos Grandes, pero hay distintos nombres para designarlas de acuerdo con su antigüedad y composición.
Una de las más extendidas es la Formación Vizcacheras y capas rojas de esta entidad geológica forman la parte principal del cono de Arita. La cúspide del cono tiene un capuchón de rocas basálticas pleistocenas que abundan en la región. Esas rocas volcánicas negras, producto de antiguas coladas, se derraman sobre el cono y sus alrededores y da lugar a que se hable de “sal negra”. El cono emerge del salar pero es un relicto erosivo de las rocas terciarias de la Formación Vizcacheras. Alrededor del cono, el salar de Arizaro tiene una extraordinaria cantidad de sal gema, blanca y pura, solo manchada por el polvo eólico que le da una tonalidad canela. La sal que rodea el cono forma una costra rugosa dura que hace difícil caminar sobre ella. Se han perforado cientos de metros de espesor de sal en el interior del salar en busca de salmueras enriquecidas en litio. El origen del cono de Arita ha dado lugar a las interpretaciones más variopintas.
El Dr. José Selles Martínez, de la UBA, hizo una lista de ellas las cuales incluyen desde una pirámide construida por alienígenas, un volcán apagado o que no pudo entrar en erupción, una estructura anticlinal, un domo de sal, entre otras. El cono aparece en muchas referencias como un volcán y no es un volcán. El salar de Arizaro es un salar por más que en algunas cartografías digitales aparezca erróneamente como lago. Los salares, aún con sus cuantiosos volúmenes de sal, no son restos de mares secos como de alguna manera se confunde siguiendo el sentido común. Se ha comparado el cono con paisajes erosivos de Marte e incluso con algunas formas tipo pirámide que aparecen en aquel planeta y fantasiosamente atribuidas a civilizaciones extraterrestres. Desde lo geográfico es interesante señalar que el cono se eleva 142 m sobre la superficie del salar que en ese lugar se encuentra a 3.470 metros. El cono tiene así una altura de 3.612 m sobre el nivel del mar.
Téngase presente que a un lado y otro del gran lineamiento tectónico de Calama-Olacapato-Toro, la Puna jujeña está inclinada de oeste a este, mientras que la Salto-Catamarqueña lo hace desde el este hacia el oeste. Eso lleva a que Arizaro en Salta o Salinas Grandes, compartida por Salta y Jujuy, ubicados en extremos opuestos, tengan una altura similar. Por su parte el cono se ubica en las coordenadas geográficas de 25° 01 05 11” Sur y 67° 43 44 60” Oeste. Tiene dimensiones aproximadas de 700 m en sentido norte-sur y de 800 m en sentido oeste-este y su forma en planta es casi circular.
Para rodearlo hay que caminar 2,5 km y no está permitido su ascenso para poder preservarlo. A mediados del siglo XX dejaron en su cumbre una placa que recordaba el trabajo pionero realizado en las vecinas canteras de ónix de Arita por la familia Cvitanic. La llegada de familias de la ex Yugoslavia estuvo ligada a la construcción del ferrocarril Huaytiquina y muchos de ellos se hicieron mineros en la Puna. La superficie del cono de Arita es de 43 hectáreas. La ruta que cruza el salar de Arizaro de norte a sur y que une Tolar Grande con la mina de oro de Lindero pasa a un kilómetro de distancia del cono desde donde puede fotografiarse desde varios ángulos y con distinta luz a lo largo del día y las estaciones del año. Por ello ha sido altamente fotografiado por los más prestigiosos profesionales.
Es interesante señalar que el cono constituye una geoforma erosiva de interés geológico y por tanto se considera un geositio (SIG). Como geositio es pasible de ser visitado en el marco del geoturismo, turismo de naturaleza, turismo de aventura o las modalidades que respeten su conservación. Además forma parte del patrimonio natural salteño y se lo considera una de las maravillas naturales de la Puna Argentina. En la misión anterior a la de enero de 1986 en que explotó el Challenger, uno de los astronautas tomó una fotografía por la ventanilla de la nave, centrada sobre el salar de Arizaro.
En dicha fotografía, captada por el astronauta con su propia cámara, se ve el espacio exterior, el océano Pacífico, una aleta del trasbordador, el desierto híper árido del norte Chileno, el salar de Atacama, la cordillera volcánica nevada y la Puna Argentina con sus salares y relieves internos de bloques tectónicos y volcanes. El interés del astronauta era fotografiar una tormenta de polvo y arena que se levantaba del borde oriental de Arizaro y elevaba esos materiales eólicos por encima del techo de nubes estacionado sobre la cordillera oriental de los Nevados de Cachi y Palermo.
En pocas líneas, los vientos secos del invierno corrían en sentido aproximado oeste-noroeste a este-sureste y se aceleraban al pasar por el salar de Arizaro generando una profunda deflación en las capas blandas salinas de su margen oriental. El punto es que el cono de Arita se encuentra en la zona de influencia directa de esos vientos y visto como una metáfora del relieve se asemeja a un gigantesco ventifacto. Los ventifactos son rocas que han sido pulidas por el viento por la abrasión de las arenas.
Ellos muestran diversas caras que representan las direcciones de los vientos y según la cantidad de caras reciben diferentes nombres. La cara oeste del cono muestra regueros a la manera de hilos de escurrimiento de las aguas pluviales y nivales. El capuchón de basalto de su cumbre protegió las capas inferiores en forma similar a lo que pasa con relieves de “damas con sombrero”. Téngase presente que en el oeste de la Puna las precipitaciones pluviales son escasas, esto es por debajo de los 50 mm anuales. Las precipitaciones nivales suelen ser abundantes y bloquean caminos y las vías del ferrocarril.
La nieve caída directamente en el salar o donde haya eflorescencias salinas, como son las paredes del cono, se disipa rápidamente por la acción del punto crioscópico que produce su descongelamiento. El cono es un monte isla erosivo, un curioso rasgo geomorfológico. El cono se ha preservado por la baja tasa de erosión que tiene la Puna. Sin embargo se seguirá reduciendo y habrá desaparecido en algunos miles de años. La misma erosión que lo formó será la encargada de destruirlo. El relieve fluye y las formas nacen y desaparecen en esta flecha del tiempo de la evolución geológica en la que estamos inmersos.
*Doctor en Ciencias Geológicas









