Cómo avanza el GNK en La Pampa. La crónica de la enviada especial de La Nación
EL INTERESANTE REPORTAJE IN SITU SOBRE LA MARCHA ACELERADA DEL GNK
Un ambiente de euforia envuelve a esta pequeña localidad pampeana, a 191 kilómetros de Santa Rosa, la capital de la provincia. En apenas dos meses, el Gobierno podría inaugurar el gasoducto Néstor Kirchner, pese a todos los pronósticos adversos, según indicaron fuentes oficiales. Esto le daría un alivio a las golpeadas reservas del Banco Central (BCRA), ya que, una vez puesto en funcionamiento, permitirá reemplazar parte de las importaciones de gas por producción nacional proveniente de Vaca Muerta.
La construcción del gasoducto, la mayor obra de infraestructura en energía de los últimos 40 años, será una de las buenas herencias que quedará de la gestión de Alberto Fernández. La oposición le critica haber tardado cuatro años en hacerlo, pese a que el gobierno de Mauricio Macri había dejado hecho el llamado a licitación (se iba a llamar Neuba II, por Neuquén-Buenos Aires). El Gobierno derogó esa resolución apenas unos días después de asumir, en diciembre de 2019. Hubo que esperar hasta 2022, cuando la invasión de Rusia a Ucrania disparó los precios internacionales de gas, para que se reactive nuevamente el proyecto, según publicó La Nación.
Pese a estas demoras, 10 meses después de haberse adjudicado la construcción del gasoducto, la obra está llegando a su etapa final en tiempo récord. LA NACION viajó junto con otros medios a esta ciudad, sobre la ruta nacional 143 –la “ruta del desierto”–, para ver el avance de la construcción y la llegada de los últimos camiones con los tubos de 36 pulgadas (91 cm de diámetro), 12 metros de largo y 3250 kilos, por donde se transportarán 11 millones de metros cúbicos por día (m3/d) de gas a partir de fines de junio.
Esa será la cantidad que se podrá sustituir en importaciones este año. Según las proyecciones oficiales, el gasoducto permitirá ahorrar una salida de divisas de US$2200 millones en 2023, tomando como referencia un precio promedio del gas natural licuado (GNL) y otros combustibles líquidos de US$18 el millón de BTU (medida inglesa que se utiliza en el sector).
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A partir del año próximo, se instalarán también las máquinas compresoras, que permitirán que el mismo ducto de 580 kilómetros transporte el doble de gas, 22 millones de m3/d. Toda la construcción del gasoducto costará US$2700 millones, que es financiado con fondos públicos. En los próximos meses, el Gobierno licitará el segundo tramo del gasoducto, para extenderlo a San Jerónimo, Santa Fe, y llegar con mayor gas nacional al norte argentino.
Para construir el gasoducto en 11 meses, cuando el plan original era un plazo de dos años, varios factores jugaron a favor, según explican los responsables de las empresas Techint y Sacde, que formaron una Unión Transitoria de Empresas (UTE) y fueron adjudicatarias de tres de los cuatro tramos del ducto.
En primer lugar, no ocurrió ninguno de los problemas externos que podrían haber demorado la construcción, como tener obstáculos al momento de la traza del ducto. Si bien en un principio generó preocupación el rol que iban a tener las comunidades originarias en la ocupación de la tierra, las empresas señalan que el gobierno de Neuquén se movió rápido al comienzo del proyecto y contuvo las demandas.
Tampoco hubo mayores problemas con los más de 150.000 propietarios de hectáreas por donde pasa el gasoducto. Tan solo hubo un obstáculo, pero rápidamente intervino la Justicia para que se pueda ingresar al terreno. Fue cuando al menos cinco dueños de tierras que explotan el turismo de caza de jabalís, ciervos y búfalos dijeron que no se podía ingresar a sus propiedades durante febrero y mayo, cuando es la temporada alta. “Se judicializó el caso e ingresamos con la Gendarmería”, dijeron en la UTE.
La sequía, a diferencia de lo que ocurrió a nivel país, en este caso jugó a favor del avance del gasoducto, ya que permitió trabajar prácticamente sin lluvias desde el inicio de la construcción.
Alrededor de 3000 trabajadores forman parte de la obra y cumplen un turno laboral promedio de 11 horas, desde las 7 de la mañana hasta las 18, los siete días de la semana. Luego de 25 días, tienen cinco de descanso. También hay turnos de noche para hacer trabajos especiales de excavación y pruebas hidráulicas. Como parte de la plantilla de trabajadores, también hay paleontólogos, antropólogos y arqueólogos, que tienen la función de liberar la traza.
También llegaron al país 45 trabajadores turcos, especializados en la tecnología de soldadura automática. Uno de ellos es Iskender Ucmaz, que proviene de una familia de pipeliners (tiendetubos) y que trabajó en la construcción de gasoductos en Arabia Saudita, Rusia, Irán y México. En este último país participó de un proyecto de Techint y quedó en contacto con la compañía. Los empleados turcos hablan en inglés y, además de realizar su labor, capacitan a los trabajadores argentinos para que aprendan a usar las máquinas para futuros proyectos.
En el campamento donde se instalaron los contenedores viviendas para 700 personas flamean las banderas de las distintas nacionalidades que trabajan en la construcción del gasoducto. Además de las de Turquía y Argentina, se pueden ver las de Venezuela, Chile, Paraguay, Bolivia, España, Uruguay, Brasil, Colombia y Perú.
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“Durante mucho tiempo no se hizo obras de esta magnitud en la Argentina y ahora se está haciendo mucho todo junto, entre el gasoducto y la ampliación del oleoducto. Por eso no conseguíamos gente especializada. Los españoles, por ejemplo, están especializados en utilizar el ultrasonido para verificar que los tubos estén bien soldados”, cuentan, a la par, Alejandro Cardone y Ricardo Uzner, responsables del proyecto por parte de Techint y Sacde, respectivamente.
Además de haber distintas nacionalidades, también hay trabajadores de todo el país. La cantidad de personas que viven en el campamento durante tanto tiempo demandó la contratación de tres empresas de catering, que son de distintas provincias (San Juan, Santa Cruz y Neuquén).
La intensidad del trabajo laboral se combinó con la inversión en tecnología. La UTE de Techint y Sacde decidió traer por primera vez al país robots que hacen soldadura automática. En total, se alquilaron 14 máquinas para avanzar con mayor rapidez y se logró así soldar 4,5 km de tubería por día. “Es una pieza clave para acelerar los tiempos del gasoducto, ya que eleva los estándares de calidad, repetitividad y velocidad de las maniobras de soldado”, dijo Pablo Brottier, director ejecutivo de Sacde, y quien viajó a Houston a buscar los equipos.
“Esto, a su vez, permite que por semana se coloquen en la zanja 30 kilómetros de tubería soldada, en promedio. La semana pasada fueron 37 kilómetros, lo que muestra la curva de aprendizaje después de tantos meses”, agrega Gustavo Gallino, director de Techint.
Para que sea posible la adquisición de la última tecnología, la UTE pudo acceder sin problema a la importación de equipos, pese a las restricciones cambiarias. “La aduana, el Banco Central y Enarsa colaboraron en todo momento para ir despejando los cuellos de botella que encontramos en el proceso de importación”, dijo Damián Mindlin, presidente y CEO de Sacde.
El presidente de Enarsa, Agustín Gerez, la empresa estatal a cargo de la supervisión y operación del gasoducto, ratificó nuevamente que se inaugurará el 20 de junio, cuando se abra la válvula para comenzar a llenar el gasoducto. Ese día, asimismo, se llamará a licitación para construir el segundo tramo.
En los próximos días, por otro lado, se hará la licitación para realizar la obras de reversión del gasoducto norte, para cambiarle el sentido de dirección y que se pueda transportar gas de Vaca Muerte al norte argentino a partir de febrero próximo.