PEDRO PITTALUGA*
En el corazón de la región árida de la Puna Argentina, los proyectos mineros emergen hoy como una verdadera oportunidad para el crecimiento económico y la transformación social, pero también como un llamado a la responsabilidad ambiental y el respeto por la cultura ancestral.
La visión cristiana del desarrollo sostenible encuentra su base en la valoración y dignidad intrínseca de cada ser humano, así como en el llamado a participar en la construcción de un mundo más justo y equitativo. En tal sentido se integran los principios éticos y espirituales de la fe cristiana con los objetivos del desarrollo sostenible:
* Dignidad humana: Todas las personas - creadas a imagen y semejanza de Dios - tienen derechos fundamentales que deben ser respetados y protegidos, incluyendo el derecho a un medio ambiente saludable y a condiciones de vida dignas.
* Responsabilidad: Cuidado y preservación de los recursos naturales y protección del medio ambiente, a favor de las generaciones presentes y futuras.
* Solidaridad y justicia social: Esto implica trabajar para abordar los casos de pobreza y desigualdad, con la mirada puesta en los más vulnerables.
* Bien común: Implica que todas las decisiones y acciones deben considerar – no en forma periférica sino poniendo en el centro - el impacto en todas las personas y en el medio ambiente.
Los proyectos vinculados con la minería se constituyen como una verdadera oportunidad para promover el bienestar común y la protección del medio ambiente
Desde esta perspectiva, los proyectos vinculados con la minería se constituyen como una verdadera oportunidad para promover el bienestar común y la protección del medio ambiente ("cuidado de la casa común", en palabras del propio Papa Francisco en su última Encíclica, como lo veremos más adelante). En tal sentido, a los fines de poder avanzar en un desarrollo integral, la vinculación directa con la comunidad local es esencial y central para todas las operaciones que se quieran realizar.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas sirven como un marco global para orientar estas iniciativas, proporcionando una hoja de ruta para abordar en forma integral los desafíos socioeconómicos y ambientales. Desde la erradicación de la pobreza hasta la acción por el clima, estos objetivos nos recuerdan la interconexión entre el bienestar humano y el cuidado del planeta.
Es importante destacar también las enseñanzas que contienen las Encíclicas Papales, las cuales ofrecen una guía ética para la acción en el mundo moderno, con un llamado a las empresas a adoptar un enfoque más ético y solidario en sus relaciones con las comunidades, priorizando y equilibrando el bienestar humano y la protección del medio ambiente sobre los intereses económicos a corto plazo.
En este sentido, podemos destacar las Encíclicas Papales "Caritas in Veritate" y "Laudato Si", las cuales abordan la importancia de las relaciones entre las empresas y las comunidades de diversas maneras:
* "Caritas in Veritate": Enfatiza la importancia de la solidaridad y la responsabilidad social en las actividades empresariales. Insta a las empresas a considerar no solo sus intereses económicos, sino también el bienestar de las comunidades locales y el respeto por los derechos humanos. La Encíclica subraya la necesidad de promover una economía que esté al servicio del desarrollo humano integral, lo que implica trabajar en colaboración con las comunidades para promover un crecimiento justo y sostenible.
* "Laudato Si": Aborda también las relaciones entre las empresas y las comunidades desde una perspectiva ambiental y social. Señala la importancia de una "ecología integral", que no solo considere la protección del medio ambiente, sino también la justicia social y la equidad en las relaciones económicas.
Como se puede observar, y en línea con lo comentado anteriormente, estos documentos enfatizan la importancia del diálogo y la colaboración con las comunidades locales en la toma de decisiones que las puedan llegar a afectar, o puedan tener impacto en las mismas. Esto implica que todas las empresas deben involucrar activamente a las comunidades en todas las distintas etapas de sus proyectos, asegurándose de respetar su entorno, valores y derechos.
En conclusión, los lineamientos comentados pretenden volver a reflexionar sobre los principios éticos y morales que deben guiar a las empresas en su integración y relacionamiento con las comunidades locales, promoviendo un enfoque más solidario, ético y sostenible en sus distintas operaciones. Esto finalmente contribuirá a construir relaciones más sólidas y confiables, y generará beneficios mutuos a largo plazo.
*Fundador Consultora "PRP Asuntos Públicos e Institucionales"*