El Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (Cejis) determinó los efectos ambientales, sociales y económicos que la minería ilegal causa en los territorios indígenas de los pueblos Ese Ejja, Tacana y Kabineño.
Los resultados presentados recientemente indican que a lo largo de 172 km de la cuenca del Madre de Dios operan 180 embarcaciones dedicadas a la extracción de oro. De ellas, señala el estudio, solo 14 balsas (7.7 %) trabajan de manera legal, es decir, dentro de las dos zonas autorizadas para actividades mineras; el resto, 166 balsas (92.3 %), están fuera de las zonas permitidas. “Se trata de minería totalmente ilegal”, señala Miguel Vargas, director ejecutivo del Cejis.
Vargas también explica que el estudio permitió cuantificar la cantidad de mercurio que vierten estas embarcaciones durante un mes. El cálculo se realizó tomando en cuenta el número de balsas registradas —180— y los datos promedio de la cantidad de mercurio utilizado por embarcación en ese lapso de tiempo. “Las 180 balsas han dejado 259 kilogramos de mercurio en el aire y en el agua. Eso va a incidir evidentemente en la salud de las personas y en todo el ecosistema”, señala Vargas de Cejis.
Mercurio y aceites en el río Madre de Dios
El estudio se realizó a pedido de los pueblos que integran el Territorio Indígena Multiétnico II —Tacana, Ese Ejja y Kabineño— que buscaban obtener información sobre los impactos sociales, económicos, culturales y ambientales que está generando la actividad minera en el río y en sus comunidades.
Así, entre agosto y setiembre de 2021, investigadores de Cejis y un equipo de monitores socioambientales indígenas de los pueblos que viven en esta cuenca recorrieron el río para tomar muestras de agua y suelo. Los análisis determinaron que además del mercurio también hay presencia de aceites y otras sustancias en el río, que se encuentran por encima de los límites permisibles, principalmente en la zona de las comunidades de el Sena, Sinaí y Loreto.
“Identificamos los impactos ambientales que está generando la minería en el río Madre de Dios y logramos determinar, claramente, la presencia de aceites y otros materiales que desechan las balsas, sustancias que utilizan en sus motores”, comenta Vargas.
La acumulación de estas sustancias hace que se caliente el agua del río y que disminuya el oxígeno en el agua, “poniendo en peligro la vida de las plantas y animales que ahí habitan”. En cuanto al mercurio usado en la minería, el informe explica que este se libera al ambiente como una sustancia venenosa, la misma que se acumula y se dispersa en las plantas y los peces, insumos que sirven de alimento para las comunidades.
Vargas explica que “la evaluación del mercurio en agua es muy difícil de probar”, sin embargo, precisa que la concentración de este mineral se evalúa en los peces y en las personas que los consumen, a través de la toma de muestras en cabellos. Es por esta razón que actualmente se está terminando una segunda etapa de la investigación que incluye la evaluación de la cantidad de mercurio en las personas. Esta segunda etapa se realiza en coordinación con el Centro de Investigación Bolivia (CEDIB).
El mercurio que importa Bolivia
Bolivia figura entre los mayores importadores de mercurio en el mundo —junto con China, Emiratos Árabes Unidos, la Federación de Rusia y la India— según el informe Mercurio, extracción de oro en pequeña escala y derechos humanos, presentado en setiembre por Marcos Orellana, Relator Especial sobre las Implicaciones para los Derechos Humanos de la gestión y eliminación ambientalmente racionales de las sustancias y los desechos peligrosos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El informe de la ONU también indica que Bolivia es el único entre estos importadores con un alto nivel de actividad en la extracción de oro en pequeña escala; además, el país ha sido señalado como “uno de los puntos neurálgicos del contrabando de mercurio hacia los países de la cuenca amazónica”.