











DIONISIO GARZÓN
En mi columna anterior ¿Quo Vadis Minería? publicada en CLUBminero había planteado varias preguntas sobre lo que debiera enfrentarse como política del sector; como ya es tradicional en este país no hay ninguna iniciativa que oriente sobre lo que se piensa hacer ni tampoco lineamientos generales que manejen el sector; se está dejando para las calendas griegas el tocar estos asuntos en el afán de atender la emergencia que es obviamente necesario pero no amerita mirar de reojo el panorama central del problema minero.
El definir qué tipo de minería nos conviene o definir dejar la iniciativa del sector a la minería informal como ocurre actualmente, es un tema que debiera merecer una definición a corto plazo pues como repito siempre, el dejar
hacer dejar pasar de los fisiócratas franceses del siglo XVIII, vale para un mercado activo pero no para una planificación a largo plazo de un sector que es hoy el único que ofrece una perspectiva interesante para reactivar nuestra alicaída economía. Hay que atender la emergencia pero es urgente definir la perspectiva.
La industria minera (para englobar sus diferentes etapas hasta llegar a los productos metálicos finales) es actualmente súper dinámica, cambiante ante un mercado ávido de lo que hoy son metales críticos, exigente a los niveles actuales de tecnología y marcadamente selectivo de lo que es el factor geopolítico en cada uno de los países o regiones productoras. La prensa especializada de estos días informa que el yacimiento de litio de la Caldera Volcánica McDermitt, un supervolcán entre Oregón y Nevada en Estados Unidos descubierto en 2023, es a esta altura de su desarrollo el yacimiento más grande del mundo con 40 millones de toneladas de litio contenido y podría entrar en producción en 2028.
Cinco años para concretar la factibilidad de un emprendimiento. Por estos lados llevamos más de medio siglo tratando de llegar a ese nivel y seguimos haciendo pilotajes, cambiando de métodos de extracción y de empresas operadoras ¿Por qué? Pareciera que nos interesa repartir la torta más que hacerla. Es un comportamiento atávico que se repite a lo largo de nuestra historia minera, hemos tenido un boom de exploraciones en los años 90 que produjo las minasy otras después de 14 años de apertura al capital extranjero para llegar en 1998 a los 1.026 millones de dólares, seguida de una declinación paulatina hasta el 2005 con una desinversión de -288 millones.
Luego otro periodo de recuperación con la puesta en marcha de las minas descubiertas para llegar el 2013 a 1.750 millones y declinar hasta 2020 a una desinversión de -1.129 millones (Datos de Inversión Extranjera Directa del BCB)
¿Esperaremos otra década o más para tener niveles de inversión aceptables y talvez otros descubrimientos o puesta en marcha de nuevas minas?
Estamos en una encrucijada que nos compele a ser más dinámicos, pragmáticos y competitivos; cambiamos o seguiremos la letanía de un Estado que pretende ser dominante sin tener capacidad para hacerlo, con un subsector de minería informal que es parte del problema y no de la solución y un sector privado con camisa de fuerza y un acentuado low profile que solo actúa cuando hay condiciones favorables.
El ejemplo del litio explicado líneas arriba muestra dos extremos de comportamiento, dos historias que contar y dos resultados económicos, estimo que las alternativas son claras, no olvidemos aquel antiguo dicho popular: Camarón que se duerme se lo lleva la corriente, no esperemos ese desenlace.
Ingeniero geólogo, ex Ministro de Minería y metalurgia.
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