






En estos días se detuvo el corazón de este viejo amigo de los intensos años 90. Unos cuantos actores del sector energético argentino lo recuerdan porque fue un referente notable.
Francisco Badía Vidal llegó a la Argentina para liderar Gas Natural BAN, una de las dos distribuidoras del AMBA surgidas de la privatización, con un marcada obsesión por hacer cosas, innovar y sin ningún temor a polemizar, ejercicio en el que, como buen pisciano, se sentía como pez en el agua.
Para ello, tenía como norte empresarial ir a por todo, desafiando los límites de lo posible. Por eso fue decisivo en la construcción de la Asociación de Empresas de Servicios Públicos de la Argentina (ADESPA), la Asociación de Distribuidoras de Gas de la Agentina (ADIGAS) y en la reconversión del viejo Instituto Argentino del Petróleo (IAP) en el nuevo IAPG, al incluir al sector gasífero en sus postulados y sigla.
Era otra época del país, en la que Paco se preguntó por qué en los 15.000 km2 de red en el NOA del Gran Buenos Aires había miles de domicilios sin servicios, atados a la onerosa garrafa, teniendo la red de gas en el frente de la vivienda. La respuesta estaba en la cartelización de precios de las instalaciones internas. Gas Natural BAN estiró los límites de la regulación y lanzó Gas para Todos, las cañerías domiciliarias de valores más bajos, lo que puso a los gasistas matriculados en pie de guerra con la distribuidora. Badía los invitó a escucharlo en un evento qué arrancó con silbidos y terminó en aplausos al mensaje del buen win-win.
Los contemporáneos del gas de esa época, entre ellos la actual Secretaria de Energía, María Tettamanti, deben recordar el pulso permanente de Badía por tarifas, obras de redes e impuestos en audiencias y peticiones ante la Nación y la provincia de Buenos Aires. Sus anhelos de expandir el GNC al transporte público y otros tantos proyectos que fueron y no fueron posible antes de los años 2000, cuando Paco se retiró y simultáneamente el servicio público del gas, al igual que otros, entró en una espiral de tarifas políticas y desinversión.
Paco era un manager que soñaba despierto. Capaz de agotar el reloj escuchando sus coloquios. Hay imagen hito que no está aquí: junto al Rey de España, Carlos Menem y el mítico Pedro Durán Farell, el líder de la vieja Catalana de Gas, inaugurando la planta de Peak Shaving en General Rodríguez, una entre tantas. Badía era un generador low cost de noticias y la prensa lo buscaba para titular.
La sede remozada de Isabel la Católica 939, en Barracas, era un hervidero administrativo, antes de terminar sus días con la pandemia y los teletrabajos. De aquella época, viene la foto que ilustra estas líneas. Manos anónimas solían colgar en la esquina pasacalles celebratorios de los campeonatos del vecino Club Boca Juniors. El día que se iba, jubilado, me pidió que posáramos con el homenaje bostero a su persona.
Después de eso, y antes de perdernos de vista, hablamos un puñado de veces y recordamos lo que hizo y lo que no pudo hacer en las jornadas interminables qué supimos compartir con Bettina Llapur, Horacio Christiani, Jorge Niemetz y decenas de colaboradores y amigos pre Naturgy. "Siempre hay que ir a por más", así se despidió tras un almuerzo primaveral en Barcelona. ¡Copiado Paco y hasta siempre!.









