Escribe Paula Córdova: Colosos ex uno lapide
¿Es posible deducir datos del pasado para diseñar nuestro porvenir? La mirada de la conocida comunicadora de la actividad minera, publicada en la revista Marketers by adlatina en la que recurre a una obra sublime: el nacimiento del David de Miguel Ángel a partir de un sólo bloque de mármol.
Colosos ex uno lapide
PAULA CÓRDOVA*
La ciencia, que desde el siglo XVI viene describiendo el mundo, anuncia de tanto en tanto que hemos franqueado una nueva etapa o peor aún, que pasamos ante la puerta y no nos dimos cuenta que estaba abierta.
Es peor porque el anuncio indica que el mundo es diferente, que hay que estudiar cómo llegó a ser tal, o peor estudiarlo en su devenir. Así llegamos al siglo XIX, creyendo en la perennidad del progreso y habiendo imaginado que ya no volveríamos a ver las estrategias, acciones, métodos y soluciones -logrados y de los otros- con los que, sin embargo, nos volvemos a encontrar vez a vez.
De las horas que estamos viviendo podemos deducir, entonces, que el progreso no es continuo ni cosa que se le parezca, que franquear no es fragmentar porque la fragmentación impulsa la resistencia al cambio, al movimiento, y advertidos como estamos acerca de que la civilización es bastante frágil nos convendría franquear pero en el sentido de facilitar.
Y recurrimos a la historia. A la historia de la humanidad en primer lugar, porque al referirse ésta a individuos, sistemas, naciones y poderes termina, cuándo no, en una interrogación: ¿cómo saber qué va a pasar con estos valores tan fluctuantes?
De todos modos, asumimos la pregunta: ¿es posible deducir datos del pasado para diseñar nuestro porvenir? Pregunta que nos permite recurrir a las historias de vida, vidas de las que hay mucha literatura y mucho arte. No cabe duda que las artes se remontan a principios que expresan siempre muy eficazmente pasiones satisfechas o contrariadas.
“No se trata simplemente de mirar atrás, sino de encontrar lo que una comunidad quiere recuperar”
En su Historia Natural, Plinio cuenta que la más legendaria de las obras ex uno lapide era el Laocoonte. Sin embargo, “el divino” Buonarroti pondría las cosas en su justo lugar. De la lucha artística que Miguel Ángel mantuvo con la inagotable realidad del cuerpo humano, Ascanio Condivi, su amigo y biógrafo, pondera el gusto del joven y aún del viejo florentino por la soledad y por la secreta y tumultuosa compañía de la que gozaba en su soledad.
“Non essendo egli mai men solo, dice Condivi, che quando era solo” Cuanto más solo, menos solo, esto es más intensamente acompañado. En su relato, Miguel Ángel aprende a esculpír el mármol con el mismo ingenio natural con que aprendió a dibujar y a pintar.
Su maestro Bertoldo ni siquiera está citado en su libro. El propio artista capta las reglas en la naturaleza, reglas que no son dictadas por maestro alguno ni provienen de largos y trabajosos estudios. “La belleza è la purificazione del superfluo”, dijo el artista, mientras el efecto del cincel transformaba el gigantesco bloque de mármol para llevar su morfología al orden, quitando lo que estaba de más, cuando esculpía el cuerpo del David. Esa belleza, esa forma estaba ahí y emergió de una sola pieza.
Una visión ecológica del mundo que reconceptualice las relaciones entre los sistemas tecnológicos, ecológicos, económicos, sociales y políticos del ser humano, que considere a cualquier forma de vida, capaz de expresarse y crecer para contribuir con su singularidad esencial al conjunto en el que está inserto, que promueva el compromiso con un mundo vivo y una asociación cocreativa con la naturaleza basada en estrategias de adaptación y transformaciones, no requeriría de manual alguno que determine lo que hay que hacer y constituiría, en términos de estrategia empresarial, una excelente plataforma para un desarrollo sostenible que siga el ritmo de tiempos.
El hombre todavía puede hacer grandes cosas. No se trata simplemente de mirar atrás sino de encontrar lo que una comunidad quiere recuperar.
* Head of Communications & PR at Arcadium Lithium